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El parto ideal

Publicado: 2011-10-05

Susana Klien*

Un par de meses antes de dar a luz, mi esposo y yo nos metimos a un curso sobre parto. Tomamos el curso porque siempre hemos pensando que es importante tomar decisiones informadas y además considerando que en Inglaterra, donde vivimos y estamos cubiertos por el seguro social, en algunas ocasiones no te explican detalladamente las cosas. En el curso nos explicaban los diferentes tipos de parto que los hospitales ofrecían; las ventajas y desventajas de diversas medicinas; cómo identificar contracciones; el cuidado post-parto; etc. En un momento la instructora, como parte de un ejercicio, nos dio unas tarjetas que en un lado tenían algo “ideal” en un parto y atrás tenían exactamente lo contrario. Por ejemplo decía “sin cesárea” y atrás “con cesárea”. Eran como 12 tarjetas y con las 8 parejas del curso teníamos que poner cara arriba cómo queríamos que fuera nuestro parto. El parto ideal de todas las parejas término siendo de menos de cuatro horas, en agua, sin cesárea, sin epidural, sin puntos, sin dolor, y pudiendo irte a casa 6 horas después. Luego, como parte del ejercicio, tuvimos que voltear una tarjeta de lo que podríamos tolerar, y luego otra, y luego otra, y al final, aún volteando todas las tarjetas a lo contrario de lo queríamos, todo era tolerable si podíamos tener a nuestro bebe.

Preparándome para mi parto ideal me compre aceite para masajes (pensando que mi esposo me haría masajes mientras yo tenía contracciones), velas de aromaterapia, una bata bonita para salir de la piscina (pues pensaba dar a luz en la piscina), libros (es que claro, si el parto era largo, iba a leer mientras esperaba…jah!), jabones perfumados, y muchas cosas más para mi parto en el área del hospital llamada “Parto como en casa”. Mi fuente se rompió una madrugada y yo me desperté muy tranquila, desperté a mi esposo, llamamos un taxi (pues no tenemos carro) y nos fuimos al hospital con mi maleta y mi tía, que había venido a ayudarnos. Todo fue bien hasta que estando en el hospital empezaron las contracciones, y en ese momento la idea de los masajitos, la piscina, las velas y demás se fueron al tacho.

En el hospital me vieron, verificaron que había roto fuente, y me mandaron a mi casa diciendo que solamente podía regresar cuando estuviera dilatada a 4 centímetros (yo escuchaba y pensaba cómo michi iba a hacer para medir eso!). Con el dolor a cuestas, regresamos 3 veces al hospital, todas con diferentes taxistas que se apiadaban de mí y de mis gritos y carajeadas (aunque creo que más se apiadaban de mi esposo y mi tía), y las 3 veces me regresaron a mi casa porque no había dilatado lo suficiente para que me aceptaran. Ya como 15 horas después me aceptaron y me pusieron en un cuarto con aparatos para monitorear a mi hija. A esa alturas dar a luz en el área de “Parto en casa” estaba descartada o sea que ya mi parto ideal estaba en peligro. La enfermera venía, me sonreía, veía las máquinas y se iba agradecida de no poder entender mi verborrea en castellano. Con el dolor, casi desde que llegué, pedí una epidural. Sin embargo, el anestesista no aparecía por ningún lado!. Estaba enojadísima con mi esposo, por ser el culpable de mi embarazo, por decirme que “ya iba a pasar” y a gritos juré nunca más salir embarazada. Cada vez que iba a venir el anestesista, aparecía un caso más urgente y yo volvía a la cola de espera. Y encima de eso, yo no dilataba y cada vez que veían, no tenía más que un milímetro más. Cuando vino el anestesista y tuve mi epidural, después de 8 horas de esperarla, mi vida cambió y volví a sonreír.

Después de casi dos días de haber roto fuente vino una doctora muy compungida. Ella nos dijo que lamentablemente, si bien lo habían intentado, mi hija no iba a nacer por parto natural, por lo tanto iba a tener cesárea de emergencia. No había dilatado más que 7 centímetros y no podía esperar más. Me miró y me dijo casi secándose las lagrimas que habían dos cosas buenas: en 30 minutos tendría a mi hija en mis brazos después de la larga espera, y la segunda, que podría seguir usando bikini (plop!). Mientras decía esto hacían cambiar a mi esposo para entrar a la sala de operaciones e iban moviendo mi camilla. Efectivamente, en 30 minutos vi a mi hija y yo que había jurado que nunca más pasaría por ese dolor del parto me di cuenta que es cierto…….el dolor se te olvida cuando la miras y te vuelves en la mujer más feliz del mundo.

* Mamacita Residente

Soy madre primeriza y mi hija tiene 4 meses. Trato de ser una madre relajada y a veces lo logro. Con la maternidad me he dado cuenta lo importante que es no juzgar, pues la gente es libre de tomar las decisiones sobre cómo criar a sus hijos...al final, todos estamos juntos en este camino.


Escrito por

mamacitas

Cuando uno es mamá o papá aprende a reconocer que no puede sola/o y que necesita el apoyo de muchas personas. Por eso nace MAMACITAS. Para que compartas lo que hiciste para resolver los mil y un retos de la maternidad. Para que cuentes eso que nadie cuenta.


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