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¿Existen los niños malos?

Publicado: 2012-06-08

Susana Klien*

El debate sobre si es la naturaleza o la crianza (nature or nurture) la que define la personalidad tiene varios siglos de duración. Si bien ya parece ser un debate zanjado y es aceptado que tanto lo innato –la persona se comporta de acuerdo a predisposiciones genéticas– como el medio ambiente –la persona se comporta de determinada forma porque aprehende a comportarse así– influyen, ahora la discusión parece radicar en el porcentaje de influencia de cada uno de estos aspectos.

Hoy en día, me parece, pocas personas creen que los niños o niñas vienen como una página en blanco. Sabemos que hay habilidades o características que nos son innatas y que es la crianza la que se encarga de moldearnos conforme crecemos. Sin embargo, a pesar de racionalmente considerar ambos aspectos importantes, en la práctica tendemos a asumir que si los niños o niñas no son “buenos” –o no llegan a ser “buenos” adultos– es culpa total de la crianza de los padres. Los supuestos son simples (¿o simplistas?): con padres y madres amorosos crecerán hijos que tendrán confianza en sí mismos; con padres y madres que leen y son buenos comunicadores crecerán niños o niñas hábiles en el lenguaje; con padres o madres que estimulan crecerán hijos o hijas que desarrollarán más rápido y así. Al final ponemos todo el énfasis en la crianza y uno es “mal padre o madre” si decide ser diferente a lo esperado y los hijos no salen como se espera.

¿Cuántas personas no le han echado la culpa de toda su infelicidad a sus padres y su crianza? ¿Cuántos libros o películas han ustedes leído o visto recogiendo dicho argumento? Esto me hace pensar, por ejemplo, en el caso de personajes que si bien pueden vender a su madre por un puñado de monedas, la gente pensaría que es culpa de la madre porque lo/a “malcrió” mucho –estoy acordándome ahorita de la telenovela Brasileña “Vale todo” y la relación entre Raquel (Regina Duarte) y su hija Fatima (Gloria Pires), esta última sumamente malvada–.

Creo que tenemos que hacer un esfuerzo y recordar siempre que ambos, tanto la naturaleza como la crianza, influyen en la personalidad. Además del hogar, los padres y madres les damos los genes. Y la crianza no es solamente la casa y los padres, sino muchas otras cosas que son ajenas a éstos y fuera de su control. Obviamente temas como la estabilidad y felicidad en un hogar tienen influencia en el desarrollo de un niño o niña, pero parece que lo que les da es el mejor comienzo posible en la vida y no necesariamente moldea su personalidad para siempre.

Pero bueno, todas estas reflexiones pues la verdad se ven trastocadas con el libro “Necesitamos hablar de Kevin ” -que el año pasado salió también en película-, que a una la deja totalmente descuadrada y con la piel de gallina.

“Necesitamos hablar de Kevin” es una de esas historias en las que te sientes impotente porque el destino parece irremediable. Una mujer, Eva, un espíritu libre que escribe libros de viaje, que tiene años casada con Franklin, que no quiere tener hijos y vive en Manhattan llevando una vida bohemia. Pero Eva, bordeando los cuarenta, sale embarazada. Ella no quiere el hijo y no quiere el tipo de vida que la ata, pero decide hacer lo que se espera de ella y convertirse en una “buena” madre. Eva decide hacer un esfuerzo por querer a su hijo –porque claro, toda madre tiene que hacerlo–, mudarse a los suburbios y criar a ese pichoncito llamado Kevin. Eva se entrega totalmente a la educación y crianza de Kevin (y años después de su hermana).

Kevin resulta un niño súper difícil, complicado, llora todo el día, no quiere comer y tiene a la madre desesperada. El bebé se calla apenas su padre lo carga. Una no sabe si es porque siente que la madre no lo quiere o porque es un ser manipulador desde recién nacido. Eva no conecta con Kevin y él parece odiarla y hacer todo lo posible para que ella se sienta una mala madre. Eva siente que con Kevin hay algo malo, que él es malo. Ella necesita hablar de eso pues no puede creer que su hijo sea así.

Y la historia va transcurriendo con Kevin creciendo. Y Eva siempre quiere hablar de Kevin con Franklin (y el libro se basa en las cartas que ella le escribe), pero Franklin no le cree, no la escucha, porque para él es más fácil creer que todo esta bien.

El libro/película es un thriller psicológico y Kevin termina asesinando a siete adolescentes en su colegio al estilo de la masacre de Columbine –y no, no les estoy arruinando el final porque desde el inicio se sabe–. Hay otras películas que han abordado ya cómo algo mundano lleva a asesinatos o cómo hay gente que mata sin ninguna razón aparente (por ejemplo “Natural born killers” o “Elephant”), sin embargo, lo importante en este libro/ película es que se enfoca en la relación madre-hijo y cómo una situación así afecta a la madre. La sociedad juzga a Eva y la condena por el comportamiento de ese hijo. ¿Es solamente la crianza entonces?

Eva, después de los asesinatos, se convierte en una paria tratando de pasar invisible en una comunidad que la desprecia, recordando la crianza de Kevin y sintiéndose culpable de cada cosa que recuerda: ¿a lo mejor no lo quizo lo suficiente?, ¿a lo mejor ella se enojaba muy rápido?, ¿a lo mejor ella estaba demasiado absorta en si misma?. Eva trató….y trató……y trató. Ella desde el inicio comprende sus deberes de madre, pero al parecer falló siempre: se desesperaba y lo zarandeaba cuando lloraba mucho; lo gritoneó cuando se hace caca como a los seis años –porque Kevin por molestar a su madre usa pañal y no le da la gana de ir al baño hasta esa edad–; su presencia lo aterra. Eva le repite a Kevin de bebito “Mamá era feliz antes de que el pequeño Kevin naciera y mamá se levanta ahora cada mañana soñando que está en Francia”. Sí, Eva tiene sus fallas, pero por favor, ninguna madre es perfecta y muchas hemos pasado por situaciones de desesperación ante llantos incontrolables, o querer estar mágicamente en otro lado. En general, Eva no es una mala madre.

¿Es Eva responsable? ¿Es Eva causa o efecto de la personalidad de Kevin? Ni el libro ni la película tratan de responder esto. La dejan a una libre con sus pensamientos. Lo interesante es que nos hace reflexionar que no necesariamente existe esta pureza innata que se le adjudica a los niños o niñas. Así, además de que haya gente "mala" como consecuencia de la falta de amor, desdén, violencia y demás, algunas personas pueden ser malas desde su nacimiento. Interesante ¿no?.

“Necesitamos hablar de Kevin” la deja a una pensando. Tengo una amiga que ha criado igual a sus dos hijos pero que por ejemplo el primero era tranquilísimo, dormía toda la noche, sociable, feliz. Según mi amiga, él es “un alma pacífica”. Sin embargo, el segundo hijo desde chiquito fue súper difícil, se despertaba a cada rato, recontra chuncho, egoísta. Y ella me dice, “es la naturaleza, ambos fueron criados igual, pero salieron diferentes”.

Entonces, ¿qué creen? la personalidad de cada niño o niña será producto de crianza, amor, esfuerzo, genes, medio ambiente y…….¿suerte?

* Mamacita residente

El libro "Necesitamos hablar de Kevin" es de Lionel Shriver del 2003. La película es dirigida por Lynne Ramsay en el 2011, con Tilda Swinton con una extraordinaria actuación como Eva.

Link del libro

http://www.entrelectores.com/libro/8196.tenemos-que-hablar-de-kevin-lionel-shiriver/

Trailer oficial de la película

http://www.youtube.com/watch?v=YsQ5fLp6_kc


Escrito por

mamacitas

Cuando uno es mamá o papá aprende a reconocer que no puede sola/o y que necesita el apoyo de muchas personas. Por eso nace MAMACITAS. Para que compartas lo que hiciste para resolver los mil y un retos de la maternidad. Para que cuentes eso que nadie cuenta.


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