Una mamá freelance
Carmela Chávez Irigoyen*
Si eres free lance debo suponer que tu vida laboral es probablemente tan interesante como incierta. Supongo además que tienes oficios varios, diversos tipos de CV’s dependiendo del talento que quieras resaltar, que continuamente miras convocatorias, tomas más horas de clase de lo recomendable y lo más probable, que hagas todo eso junto a la vez. Ahora, imagínate que además en medio de esa vida intensa y multitasking ¡se te ocurra ser mamá! ¿Cómo hacer el balance entre tu anterior vida laboral con todo lo nuevo: dar teta, tratar de estar presentable, hacer una buena relación de apego con tu bebé, no estresarte (¡ja!), aprender a usar el bendito extractor, lidiar con la presión familiar de “no tienes suficiente leche”, el pediatra loco porque le des (más) fórmula a tu nena y las consultas medio secretas a la liga de la leche?. De todo esto va este post, o mejor dicho, todo esto es lo que pienso cuando escribo este post.
Agravantes
Seguramente si eres freelance trabajaras en casa y tu casa además será un departamento no mayor de 60m2. Edificio sin ascensor, claro. Esto para decir que muy probablemente compartirás lo que era TU escritorio con todo el neceser del nuevo cachorro/a: separatas, libros, USB’s, lapiceros, agendas, pañales, babitas, sonajas y baby-enseres varios a tu alrededor.
Mi experiencia
Decir primero que frente a las idílicas imágenes de una madre dedicada a la atención exclusiva de su bebé, situación que me duró más o menos semana y media, mi experiencia de maternidad fue muy diferente. Desde la segunda semana de nacida Magdalena, cuando yo ya dormía algo más de 3 horas, tuve que terminar de corregir unos trabajos del curso anterior y preparar las clases que empezaban en menos en unas pocas semanas. Al mes y medio, alguien me pidió apoyo para una evaluación de un proyecto y dije que sí. En este camino, la primera constatación fue darme cuenta de que mi cuerpo ya no me pertenecía: la demanda de la teta es muy dura las primeras semanas y hay un cansancio psicológico y físico que te impide aún concentrarte en los “momentos libres” que puedas tener. Así, empecé a armar mis clases escribiendo con una mano mientras que con la otra, mi nena colgada lactaba plácidamente. Y de pronto apareció la dichosa culpa, diciéndome que debía dedicarme a la contemplación de mi nuevo ser, hacerla jugar, la famosa estimulación temprana, dormir juntas a media tarde, etc…y no faltó alguien diciendo que cada segundo era valioso cuando se trataba de verlos crecer. Lo que me estaban diciendo era que debería dejar de preocuparme por mi agenda, mis emails, mis pendientes y plazos y todo lo que incluye mi modo de vida del “frilo”.
Tras mi primera semana de estrés, de dolor de columna por dar de lactar intentando escribir o leer, de culpa (nuevamente) por pensar en dejar la lactancia, de desesperación por no poderlo todo, llegué a mi primera conclusión: para que esto funcione debemos entender -todos- que ella es parte de un mundo que la antecede, un mundo creado por su padres y por su familia, y que eso supone un proceso de negociación mutua. La primera ronda fue con el papá de Magdalena, quien asumió desde un primer instante su rol de compañero en todo lo que se necesitó y se necesita, en perfecta equidad e incluso, cubriendo “mis horas” en momentos de total locura laboral. Y negociación con Magdalena quien cada día comprende más y mejor que su mamá la ama y que también ama sus quehaceres, y que podemos hacer todo eso junto y juntos, sin que eso implique menos amor y menos ternura. Las grandes preguntas sobre si podía tener una consultoría o si era posible armar mis power-points con sólo la mano izquierda se disiparon: efectivamente, eso era lo que estaba haciendo. Y sigo haciendo.
Si eres mamá freelance, no desesperes. El sistema tiene algunas ventajas:
1. Pasarás más tiempo con tus hijos/as, pudiendo dedicar un tiempo a la lactancia así como a no perderte sus primeros días, que se van más rápido de lo que pensamos.
2. Si te da ganas de llorar como una loca por cualquier cosa, no tendrás que ir al baño y ocultar los lagrimones. Le das nomás y te desahogas a tus anchas.
3. Podrás ir al baño, comer y ducharte cuantas veces necesites. Si tienes ayuda, además podrás llevarla al parque a media mañana o media tarde. Muy importante para el primer mes, para ti, que necesitarás más aire del que te puedas imaginar.
4. Si das teta, gastarás menos. Se acabaron las visitas a café con internet para trabajar. No te dará ni muchas ganas ni tendrás mucho tiempo. Además de las obvias ventajas de la leche de mamá.
5. Si además tu compañero trabaja en casa o tiene horario flexible, podrán hacer siestas los tres (o cuatro) juntos… es MUY rico.
Eso sí:
• Ten una red de amigas y amigas de amigas que sean mamás. No sabes lo sola que puede una sentirse en estas nuevas lides. La amistad y solidaridad femenina es a prueba de balas en estos asuntos.
• Si tienes compañero y él trabaja en la calle, cuando llegue a casa abrázalo, dale un beso tierno y déjale a la bebé un rato. Te relajará saber que cuentas con él también para asuntos cotidianos. Seguramente, él lo disfrutará tanto como tú y tu vuelta en el parque.
• Busca a alguien que cocine, lave los platos, ponga la lavadora y planche. Concéntrate en lo más importe e imprescindible.
• Si optas por la lactancia, consíguete un extractor de leche eléctrico. Ayuda a acelerar el proceso natural de producción y podrás congelar desde el principio y por lo tanto salir! Sabiendo que tu enana está tomando tu leche y así no se te “corta” la bajada. Y si un día desesperas y no quieres, ten a mano tu súper lata de fórmula y úsala sin problemas. Lo más importante es que estés relajada y contenta, con eso, todo lo demás se soluciona (incluso la lactancia). Mañana lo seguirás intentando.
Todo esto para decir que yo hago y veo a mi alrededor una nueva forma de maternidad. Maternidades relacionadas a la vida de mujeres que eligieron una vida multi, que incluyen a sus hijos en sus dinámicas cotidianas (un nuevo placer: leer periódico dando teta), bebés que reciben amigos en casa para hacer la vida más ligera cuando necesitas adultos, que aprenden a dormir con la música de tu vecino y que van contigo a diligencias propias de la vida. Bebés insertos y enraizados en las vidas de sus madres y padres y no bebés que viven en un mundo ajeno, lejos del ruido y del movimiento. No es que ellos y ellos no tengan un espacio propio, al contrario, son tan importantes que están en muchos lados. En todos lados diría yo. Y eso es fantástico.
* Mamacita invitada
Mamá de Magdalena, profesora universitaria y socióloga freelance