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La lactancia en dos momentos (o no llorar sobre la leche derramada)

Publicado: 2012-07-24

Este es un post doble. Su autora, Sandra García, nos mandó el primer artículo y, ya que se publicó varias semanas después, nos pidió que lo retiremos pues no quería contribuir a la frustración de más mamás que, como ella, se sintieron mal durante la etapa de la lactancia. Luego, Sandra quiso contar su historia completa. Como sabemos que estas emociones son válidas y muchas mujeres las sienten, hemos optado por publicar ambos posts en orden cronológico.

Cuando la leche se acaba…

Me molesta haber creído y seguir creyendo en la leche materna, cuando creo que me ha llegado el momento de ser realista y aceptar el hecho de que mi leche no es suficiente para mi hijo.

Me molesta haber puesto todo de mi parte, haber tomado menjunjes como maíz licuado –que por cierto es asqueroso–, malta, hinojo, cacao, leche, avena, quinua, cebada y hasta pastillas… me molesta haber tenido que tomarlas cada dos horas, tener mi vejiga llena a punto de reventar de tantas aguas y ver con tristeza que mi leche seguía igual.

Me molesta llorar y aceptar el hecho de que quizá mi cuerpo no sea suficientemente madre aunque mi corazón sí. Me molesta y frustra tener que aplastar diariamente mis pezones en busca de una gota, de usar diferentes artefactos succionadores y marcas, y que el único resultado sea tener mis pezones rojos y unas cuantas gotas más.

Me molesta haberme obsesionado con el tema. Me molesta haber revisado las cincuenta mil páginas por internet en pro de la leche materna. Me molesta ver videos, entrar a foros, leer blogs, leer testimonios de mujeres de cómo darle, cómo colocarlo, cómo intentarlo una y mil veces. Y mi leche sigue igual, a veces mejor, a veces peor.

Traté de darte todo hijo y aunque tu peso nunca bajo y siempre se mantuvo, me hubiera gustado no dejarte llorar de hambre porque sé que querías más, y aunque los doctores digan que te debo poner más en el pecho y su dicho “a mayor succión mayor producción”, tal vez eso no ocurrió con nosotros y la naturaleza fue así conmigo.

Me molesta que me moleste, que me sienta incapaz de protegerte de las miles de cosas que dicen que la leche materna te protege. En serio quisiera poder, en serio quisiera y si me dijeran que todo lo que hice va a tener de resultado y tener más leche lo volvería a hacer, pero ciertamente, luego de dos mese de intento he visto pasar por mis ojos momentos que pudimos aprovechar juntos, mayores paseos, mayores reuniones, sin stress, sin ese stress que me invadía de ver el hecho que otras mamás tenían más de 5 onzas diarias de leche por cada teta y que yo a las justas llegue a 3 onzas juntando las dos.

Me molesta haber tenido que creer en las diferentes personas pro lactancia que con buena intención te incentivan a dar leche exclusiva pero no se ponen en el lugar de las madres que de mil amores sí queremos pero que lamentablemente no podemos. Me molesta que esas personas sigan recordándome lo bueno que es dar leche materna y yo sentirme la mamá más incapaz del mundo. No le echemos tampoco la culpa al estrés, si hubiera podido pensar menos en el tema tal vez hubiera tenido menos estrés aunque sinceramente pienso que la leche hubiera seguido igual.

Me molesta tener que reconocer que esta vez he sido vencida porque no quiero seguir sintiéndome mal cada vez que mi hijo llora por tener más hambre y se duerma del cansancio de succionar y succionar pero no de ser saciado. Me cansé de ver que algunas mamás pueden incluso salir con sus esposos y dejar biberones llenos de leche y yo, si acaso quisiera dejar dos onzas, tendría que privarlo de una de mis tetas. Me cansé de pelear con mi esposo porque él crea que sí cuando yo sé que no. Me cansé del hecho que las personas pro lactancia hayan creado una realidad idealizada y que yo haya perdido una batalla que día a día luché y que solo me frustre más al ver que de mi pezón no caía más leche.

Me molesta el hecho de ver madres que no optaron por la lactancia materna y aprovecharon día a día a sus hijos sin el estrés de verse derrotadas frente a ese tema. Y yo, tonta, por querer hacer algo que no pude hacer. Es hora de resignarnos de este conflicto interno de lactancia materna versus fórmula y ante mi propia presión, es hora de resignarnos…

* Mamacita invitada

Madre primeriza de un hermoso bebé de dos meses. Madre temerosa a tiempo completo.

El secreto para dar de lactar…

Alguna vez escribí con mucha tristeza sobre el tener que destetar a mi hijo con sus apenas dos meses porque sentía que ya no tenía leche. Fue tan legítimo mi sentimiento que quería que todo el mundo sepa que yo era una madre frustrada que había puesto todo de mi parte pero que ese todo no había sido suficiente y que lamentablemente era tiempo de pasarme a la fórmula.

Entiendo perfectamente lo que siente una madre cuando desteta a su hijo prematuramente, y cuando está a punto de hacerlo, porque yo lloraba, lloraba todos los días porque tenía una lucha interna entre el no querer y si querer, no querer darle fórmula pero si querer darle… yo sé que ustedes me entienden.

No quiero parecer una madre pro-lactancia que habla y habla de lo lindo e importante que es darle leche materna a su hijo pero que no tiene ni idea de lo mal que una se siente cuando lo intenta y en serio lo intenta y no encuentra la respuesta. Sí yo sé, parecía fácil, pero no lo es.

Pues yo tengo el secreto que me sacó adelante y destapó, porque sí destapo, destapó todos los hoyitos de mi teta y salió la muy ansiada leche. Lo comparto con ustedes a ver si les resulta y les ayuda como a mí.

Para mí el secreto es “pedir ayuda”, claro pero no a cualquiera. Yo sinceramente les digo que no escuchen a quienes les dicen: “tu bebé llora porque tiene hambre”, “tu leche es muy aguada”, “no tienes leche”, “tus tetas son pequeñas por eso no tienes leche”, “yo no tenía leche por eso es mas que seguro que tú tampoco tendrás”. Quizá esos comentarios sean ciertos o no, pero creo que cuando uno intenta darle teta a su hijo es un momento entre madre e hijo y esos comentarios están demás. Si tengo o no tengo leche eso lo determinaremos mi hijo y yo, y no tú que no le estás dando, y si mi hijo llora pues ya descifraré que me quiere decir y no tengo porque creer que necesariamente es por hambre, porque mi hijo incluso lleno lloraba pero era por cólicos.

Pedir ayuda es pedirla a quien sí te va a ayudar y no a quien te va a desmotivar en el asunto. Yo asistí y asisto a reuniones de la Liga de la Leche materna de Perú que son gratuitas, contraté no una, sino 3 asesoras de lactancia, investigué tratamientos que sí podrían darme leche y no solo llenarme la vejiga de menjunjes y preparados. Y, sobre todo, le pedí a mi compañero que me ayudará con mi frustración, que si quería llorar que me deje llorar, que si quería rajar de las madres que sí podían darle leche a sus hijos que me dejará hacerlo, que si iba a satanizar a la fórmula y al día siguiente dársela a mi bebe me dejará, porque solo yo sabía que en serio, lo estaba intentando.

El consejo que cambió mi vida fue este: “escuchar consejos es como ir a un supermercado, uno mira y mira pero solo te quedas con lo que necesitas y lo demás lo dejas”. Yo había notado que había estado comprando en un supermercado equivocado porque resulta que no necesitaba nada de ahí. Cuando empecé a ir a reuniones pro-lactancia materna cerca de mi casa, me di cuenta que de 100 cosas  yo necesitaba por lo menos 80.

Dentro de las reuniones me enseñaron muchas cosas, pero lo más importante fue que me di cuenta que yo no era la única por la que pasaba por esto. Entonces las otras personas que estuvieron tan desesperadas como yo empezaron a decirme lo que a ellas les ayudó. Me alegró mucho saber que yo no era la única que lloraba todos los días, que tenía el pezón plano, que odiaba darle fórmula pero que pensaba que era necesario, y que estaba en una terrible depresión porque sentía que estaba cansada de remar por el lado contrario.

Yo no digo que la fórmula sea mala, al contrario pienso que si en un determinado momento te ayuda y te hace sentir mejor pues enhorabuena, solo cada madre sabe qué es lo indicado en cada momento, como una mamita me dijo: yo de vez en cuando le doy fórmula porque de nada sirve que le de mi teta si no he dormido, estoy estresada y no he ido ni al baño. Si estás tratando de sacarte leche y no has tenido tiempo ni de bañarte el día de hoy, te digo déjalo por hoy y dale fórmula, mañana será otro día.

Para mi la leche materna es importante por 3 cosas, primero porque es “nuestro momento” no sé si está tomando o no, solo sé que ese “momento” solo lo puede pasar conmigo. Segundo, un bebe cuando nace tiene la barriga del tamaño de una cucharita, solo necesita calostro y no onzas, existen hospitales donde te dan la tacita de los jarabes para que lo llenes de leche las primeras veces que te sacas, así verás un vasito medio lleno y no un biberón medio vacío. Y, tercero, porque sé que aunque es difícil está vez quiero confiar en mí, ya sé que toda mi vida ha estado llena de errores pero por primera vez tengo algo perfecto y es mi hijo, así que voy a confiar en que está vez lo haré bien.

Yo sé que darle fórmula no es rendirse, darle fórmula es darte un tiempo para volver a empezar. Pero también sé que cuando nace un hijo, a veces creemos que no necesitamos ayuda porque si mi mamá lo pudo hacer yo también podré. Si tú eres madre primeriza y no necesitas ayuda te envidio porque ese no fue mi caso,  yo sí necesite ayuda, ayuda para convencerme de confiar en mí, ayuda para alegrarme cuando mi hijo de semanas subía 10 gramos, sí gramos, porque es un bebe y los bebes suben de a gramos no de kilos. Porque empecé por botar mi extractor eléctrico doble función y último en tecnología pues me cansé de deprimirme al ver que no salía nada y decidí que si en serio tenía leche pues mi bebe me la tendría que sacar y para eso solo lo pegaba a mi teta.

Yo tenía el pezón plano y mi hijo una boquita de prematuro que no sabía succionar. No iba a matarlo de hambre así que le di fórmula pero también lo pegaba a mi pecho para que practique, todo el tiempo en mi teta, y cuando digo todo el tiempo, es TODO el tiemp. Se quedaba dormido, no mamaba nada, de nuevo fórmula pero de nuevo venga a la teta y, de pronto, de un momento a otro -no sé cómo ni cuándo- él empezó a tomar y tomar y tomar. Mi pezón sigue plano pero ha cogido la maña. A los dos meses me pasé de lleno a mi teta, nunca más use la fórmula y guardé en su cajita al extractor de leche, solo mi teta, mi hijo y yo, en cualquier lado. Que más da que me vean las tetas, este es nuestro momento, si luché tanto no dejaré que nadie lo interrumpa.

Sí yo sé que suena fácil y es difícil hacerlo, créanme que lo sé porque yo pasé por todo esto, pero hoy puedo decir que mi hijo no es un súper bebe de muchos kilos pero si es un bebe que está en su peso adecuado. Yo ya estoy a punto de darle papillas y me alegra haber confiado en mi capacidad para darle leche pero sobre todo me alegro de haber pedido ayuda. A quien quiera se la daré sin dudar.

* Mamacita invitada

Sandra, mamá de un precioso bebé que se llama Ramiro!!


Escrito por

mamacitas

Cuando uno es mamá o papá aprende a reconocer que no puede sola/o y que necesita el apoyo de muchas personas. Por eso nace MAMACITAS. Para que compartas lo que hiciste para resolver los mil y un retos de la maternidad. Para que cuentes eso que nadie cuenta.


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