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Conozca “ArSu“, Arbol de sueños, una nueva alternativa para educar a nuestros hijos

Publicado: 2013-04-22

Por Paola Ugaz*

Esta nota tiene como intención reflexionar sobre propuestas educativas alternativas. El blog no promueve una propuesta educativa en particular.

Escoger el colegio para enviar a nuestros hijos es una tarea difícil. Las opciones que existen no nos terminan de convencer del todo. Si bien no existe el colegio perfecto para tu hijo hay un espacio educativo dirigido por Pável García que busca que la creatividad acompañe al niño en todo su período escolar de la mano de un entorno no vertical.

En entrevista con Mamacitasblog, Pável García nos cuenta porque “ArSu“ debe convertirse en una alternativa a tener en cuenta al momento de escoger colegio para tu niño-a.

¿Qué es educar para ti?

Educar es transformar, es reconocer nuestra ignorancia permanente. Estar atentos a la naturaleza en sus formas e interpretaciones, es tener una mirada contemplativa del mundo de la vida, aquel que yace fuera de nosotros y nos sorprende.

Educar es creer en el otro, en sus posibilidades, es reconocer nuestra capacidad de enfrentar el hecho que la Vida está compuesta por múltiples realidades y no solo una.

¿Qué es una comunidad de aprendizaje (CA)?

Una comunidad de aprendizaje es un espacio, una plataforma de formación distinto al tradicional (escuela, universidad, instituto). La CA busca formar ciudadanos desde el principio de la colectividad; es decir desde la importancia del otro, del prójimo olvidado, es una apuesta por respetar las formas de aprender y el retorno al sentido que yace en cada ser humano, es el intento de entendernos en el aprendizaje como diferentes. Es practicar la gratuidad en el aprender cotidiano.

¿En qué consiste la propuesta de ArSu?

Árbol de Sueños es una comunidad de familias interesadas en educar a sus hijos de una manera diferente a la tradicional, es una apuesta por retornar al valor de la familia, al barrio, a la amistad; es un retorno a la valoración de esa sabiduría popular, aquella que han defendido hombres como (José) Saramago y (Ernesto) Sábato, es volver al origen, a la simpleza. ArSu es una propuesta basada en una mirada crítica del sistema educativo tradicional que tiene sus fundamentos en la revolución industrial. Buscamos, por ello, formar ciudadanos con un espíritu ancho y profundo, hombres y mujeres recíprocos, personas que entiendan que la verdad no es una sino múltiple, almas que ejerciten en su cotidiano la creatividad para hacerle frente a la vida, voluntades que se sepan transformadoras y que confíen en su fuerza para hacer del mundo un lugar más sano para vivir, con más reflexión y con una actitud más contemplativa para entender el hecho diverso que supone nuestra humanidad, sin absolutos respecto de la verdad.

¿Cuál es el papel del maestro en Arsu?

Un maestro ArSu es un maestro en el aprendizaje, en esa medida, de alguna forma, todos somos maestros en ArSu. Los adultos acompañamos en la contención, en los descubrimientos, somos guías en la investigación, somos planificadores de actividades. Los chicos son maestros en el ingenio, en la improvisación, en el humor, en las respuestas a problemas complejos, innovan en el lenguaje (el chaferismo de Gabo* (Gabriel García Márquez) es un ejemplo de ello). Las familias, madres y padres, son maestros en el aprender a ser creadores de sus hijos, son aquellos que nos enseñan desde su confianza, desde sus creencias y profesiones o quehaceres, desde sus intereses (Luchito, el papí de Andre nos ha traído sus aves y compartido sus curiosidades con entusiasmo y emoción, Katia, madre de Lucas, siempre es una promotora de nuestros aprendizajes en la construcción de hábitos alimenticios saludables)

¿Cómo empezar a educar niños con valores que se oponen a los de una sociedad autoritaria y vertical como la nuestra? ¿Es posible?

Aprendí con los jesuitas que es posible, que en sociedades conservadoras, con mentalidad colonialista como la nuestra, a la creatividad la confunden con subversión. Los valores están, solo que nos confundimos en la medida en que nos dejamos llevar por los fenómenos económicos liberales, fenómenos donde el bienestar se reduce a la tenencia material, al consumismo, esta es la evidencia más clara del sinsentido. Pero creo que existen personas en nuestra ciudad, en nuestro país, en nuestra América, en nuestro planeta que están apuntando a una formación distinta. Hay quienes ya están reflexionando sobre nuestra situación actual y están apostando por vivir de una manera distinta, bajo otros paradigmas.

Hay autoritarismo y verticalidad, claro que sí, pero también hay esperanza, hay creyentes firmes en que podemos construir un mundo diferente y que debemos empezar por algo. ArSu es posible porque existen madres y padres, hombres y mujeres, que apuestan por arriesgar a la construcción de una vida desde el sentido, desde la contemplación. La verticalidad la queremos reemplazar por una horizontalidad que grafica una realidad donde cada uno tiene roles distintos. El respeto no tiene que ver con lo que haces o el rol que ocupas; en ArSu creemos que el respeto se le debe a las personas por el solo hecho de estar vivos. Es una labor compleja pues nuestra cultura nos dice que no debe ser así, por ello hay hábitos establecidos que se cuestionan y desde ahí establecemos diferentes creencias en relación a nuestros vínculos, esa es nuestra posibilidad.

¿Desde qué momento se empiezan a transmitir antivalores como el racismo y la discriminación a nuestros niños?

El racismo, la discriminación en sus diversas formas (el clasismo, clásico del Perú) se respira desde que se nace. Es increíble. El tejido social en nuestro país es muy frágil. Hay quienes tienen incluso un discurso antirracismo que es racista. Somos una sociedad con una ciudadanía precaria, a-reflexiva. Los valores no son un tema, porque ni siquiera estamos dispuestos a pensar y conversar sobre ellos. Hay autoritarismos como el de Fujimori pero que él es solo un representante de una actitud que yace entre nosotros y que se reproduce en todo nivel. Ser educado en el Perú, ir a la escuela o tener títulos no resulta ser una garantía de reflexión, de apertura, de tolerancia.

Los antivalores están impregnados en nuestro lenguaje, en nuestra manera de mirarnos, de entendernos. Mientras haya gente que crea que existen ciudadanos de primera y segunda categoría seguiremos estando atrapados en esta tara, mientras creamos que algunos son mejores que otros o que unos son bellos y otros no, estaremos inmersos una sociedad, una cultura de la discriminación. Por ello tenemos mucha trabajo que hacer.

Nuestra choledad es un evento social complejo, es un hecho al que el sistema educativo debe hacer frente desde las entrañas, desde la estructura misma (la familia), supone entender la educación en su real dimensión. Frente a ello, el presupuesto para el sector educación aun es insuficiente, pues hay mucho por hacer, pensé que de eso se trataba la gran transformación.

¿Cómo llegaste a estos cinco pasos (reciprocidad, Libertad en la diversidad, Verdad como creencia, Imaginación y creatividad, Voluntad de poder) para formar el espíritu en ArSu?:

Estos cinco pasos son el producto de años de reflexión sobre el quehacer educativo. Tienen un punto de partida en mi educación de barrio popular y de abuelas sabias (Fela y Rosa) sin primaria concluída; tiene de mi madre, María, y su bondad y su disposición a colaborar con quien lo necesitase siempre, así lo hace mi viejita. Tiene que ver con la pobreza y la reciprocidad que ella generó en mi pequeño barrio en Breña cuando no había bitute o cuando la señora Silvana siempre tenía un camote frito para rellenar el pan antes de ir al martirio necesario de la escuela.

Mi abuelo Rodolfo me decía cuando me enseñaba alguna tarea casera de hombre -era ancashino-, de Pomabamba, que siempre había que trabajar, que era la única manera de dar y recibir. La libertad tiene su base en la filosofía, en (Georg Wilhelm Friedrich) Hegel, en Fidel Tubino quien me enseño el valor de la misma en la diferencia que suponía el hecho de ser humano. La imaginación y la creatividad salieron de la calle, del barrunto, de aquellas múltiples maneras en la cual aprendimos a sobrevivir con mis amigos de la infancia.

La verdad como creencia me viene de mis reflexiones desde la sistematización de la Casa de Cartón, donde el flaco Mariano Moragues, expone con lucidez de maestro-filósofo la importancia de este eje en la formación de ciudadano; nunca puede discutir con el directamente sobre este punto, pero le he dedicado tiempo de estudio a su sistematización, creo que una de las más importantes de la historia de la educación del Perú.

Finalmente, la voluntad de poder viene de mis maestros jesuitas, de Javier Uriarte, de Vicente Santuc y de (Friedrich) Nietzsche, de ellos aprendí que era fundamental formar hombres hoy para transformar mañana. Una persona que me ayudó mucho en sistematizar esta propuesta de manera silenciosa fue Alberto Di Franco y la Señora Carmen Ochoa, dos personas que me acogieron como hijo al llegar a la clase media y tratar de entender que podía seguir soñando y que la revolución educativa era posible con las innumerables conversaciones en su casita en la residencial San Felipe cuando afrontaba mi temprana juventud junto con Carlita, su hija y mi compañera de siempre.

¿Cuál es tu experiencia como docente y como llegaste a plasmar a tu sueño?

He pasado por varias experiencias educativas, distintas y parecidas al final de cuentas, es una paradoja siempre que lo pienso. He sido maestro de secundaria, tuve un breve pero significativo paso por la primaria, pase por las aulas universitarias y por el trabajo en zonas rurales en Lima y en otros departamentos del país. Aprendí de alguno de mis compañeros, de mis alumnos, de las familias, de los bodegueros cercanos, de los administrativos, en realidad aprendí de todos, esa es mi experiencia.

Llegue a árbol de sueños tras un agotamiento de la escuela regular. Las restricciones cotidianas me resultaban irracionales. Tenía ganas de formar parte un proyecto donde realmente se formaran ciudadanos, donde se asumieran los retos del mundo contemporáneo –de la postmodernidad- tras un diagnóstico, tras la conversación del estado del mundo que estamos afrontando. No se trataba –ni se trata- para mí de educar, se trata de educar en un mundo determinado, es importante saber de dónde se parte y saber a dónde se quiere llegar, una educación con sentido, así aprendí de Vicente. El 2010 inicié el trabajo de darle forma a algunos intentos que ya había tenido, a darle orden a mi tarea pedagógica. Mi participación en el Averno, en jirón Quilca, en el Centro de la ciudad, me termino de dar el impulso, Leyla, mi tío el Negro Acosta (la revolución personificada para mí), Herbert terminaron por formar el impulso final que dio inicio a todo. Vi en ellos durante años el empuje para sacar adelante un proyecto distinto a todo lo que había visto. Así mismo Alina, Chiara, Stefano, Tito, mi viejita me apoyaron siempre en la idea de formar un proyecto educativo distinto, uno que se inicio en un pequeño departamento en Diagonal junto con Mari, quien se ha convertido en mi compañera entrañable en esta ruta que para algunos es una locura, pero para mi es un sueño.

¿Qué hace que los padres de hoy escojan Arsu para sus hijos?

Arsu no es una propuesta masiva, los padres de hoy suenan muchos, somos una propuesta pequeña. ArSu es un proyecto de escolaridad casero, es una escuela en casa, básicamente. Son pocos los que arriesgan en un proyecto de estas características. Hay muchos que quieren escuela, universidad, calificaciones y tareas. El padre y la madre ArSu quieren serenidad, felicidad, cariño, sonrisas. Esas familias son las que terminan apostando por un proyecto como este. Una familia ArSu es la que apuesta por la conversación, son aquellas que están dispuestas hacer las tardes diferentes, a asumir ser cuestionados en sus decisiones, esos padres y madres que no buscan que sus hijos se adapten al sistema sino que persiguen -quizá platónicamente como me dicen algunos- la transformación.

¿Cómo responden los niños a su propuesta?

De formas diversas, a todos nos cuesta, pero veo chicos más conectados con el desarrollo de su autonomía, con opiniones diversas que generan un espíritu democrático que no solo conoce el consenso sino también el disenso, con sueños que no solo tienen en cuenta su bienestar sino el de su prójimo. Hoy Fabi me decía “es raro, no quiero dejar de aprender. Estoy leyendo y no puedo parar”; Gabo reía hoy cuando leía -a sus 12 años- “El día que Nietzsche lloró” tras entender un dialogo entre Lu Salome y …., Luciana me dijo hace unos días atrás “Einstein es bravazo”, Sebastián leyó “el Principito” y lo encontré escribiendo -sentado en un sofá- una reseña sin renegar sobre su labor. Los Lucas hoy estuvieron escribiendo sobre la peruanidad para introducirnos al fenómeno de la independencia y preparándonos para leer al Amauta, Italo me dijo hace unos días atrás en la sala de poof “¡ya! Ahora sí estoy listo para escribir mi ensayo” se sentó a mi lado y me trajo una hoja reciclada y un lapicero para que lo ayude a escribir. Junajo me dijo -tras una conversación mañanera- sobre las normas “sí, no la quiero cagar, a mi me gusta estar en ArSu, es chévere venir”, Ricardito dijo conversando sobre la literatura “claro, es una realidad que llueven flores amarillas” refiriéndose a un cuento de García Márquez. Así responden los chicos ArSu, eso no quiere decir que no den mil vueltas a veces para emprender una tarea o que no tengamos que afrontar el reto de estudiar teniendo la posibilidad de jugar por internet o de utilizar las redes sociales, esos son retos cotidianos, ArSu no es un paraíso, es un lugar común, donde tenemos que lidiar con que Nicolás no quiera comer algunos platos o que Paolo no coma más de lo que es recomendable. Las respuestas como verás son distintas, pero todos tienen momentos lindos que son reconocidos, valorados. Los adultos intentamos estar atentos a ello y lo reconocemos. Andrea ya no solo toma fotografías alucinantes ahora ha encontrado un camino en la poesía, Pati y Kira han llegado recién y están intentado con humores distintos, pero siempre intentando. Pablo ya escribió varios párrafos de su autoría desde que llego y Atila está más contento ahora que puede dibujar más. Adri…

La competencia, tiene un alto valor entre un grupo de grandes, ¿Cómo lidian con ese tema en Arsu?

Lidiamos con la competencia no siendo un grupo grande. La educación tradicional, esa que heredamos de la revolución industrial masifica y en ese escenario establece competencias determinadas por el espíritu liberal, ese que promueve el capitalismo que tiene forma de consumismo. Nosotros trabajamos para que los críos sean competentes, no competitivos. Trabajamos para formar chicos que comprendan lo que leen, para que piensen, para que investiguen, para que se atrevan a soñar. Por eso creemos que la educación no debe ser masiva, creemos y soñamos en que en algún momento los barrios se articularan de manera tal que nuestros niños puedan educarse cerca de una manera casera, apostando por el mutigrado que permite el encuentro entre los más grandes y los más pequeños de manera constante. Es una labor compleja pero interesante.

¿Cómo es un niño de Arsu y cómo puede ayudar a que se reproduzcan sus espacios “chorreados”?

Aun es muy pronto para hablar de un niño ArSu. Sin embargo puedo decir que los críos que llegan a la comunidad son almas creativas, reflexivos, inquietos algunos, traviesos otros, interesados en temas diversos como la música, la literatura, la bilogía, son amorosos… Creo que son chicos comunes que se les permite expresarse con libertad, respeto y cariño.

A la segunda parte de tu pregunta diría que hay que romper con la idea que solo la rigidez de las carpetas formaran hombres y mujeres que le harán un bien a la sociedad; esa idea tiene que encontrar matices, apostar porque los críos estén cómodos durante el día al momento de aprender, no es una idea tan mala, ¿no? Hortencia Muñoz, una de mis maestras preferidas me dijo hace varios años atrás que era importante “desaprender para volver a aprender”, creo que si aceptásemos que hay formas distintas de construir o llegar a los aprendizajes que se esperan todo sería más fácil, esa es por lo menos lo que he aprendido con los años. Hay que reconocer, en esa línea, nuestros pre-juicios [algunos] y aprender a escuchar y contemplar el hecho diverso que supone nuestro estar en el Mundo.

Para cerrar, ¿cómo quisieras que crezca Arsu?

No lo sé, pienso más en el presente y hoy espero que nuestras almas actuales estén bien, que quieran seguir viniendo y que sepan sonreírle a quienes se posesionan como dueños de la verdad, que respondan con comprensión al intolerante, que comprendan el autoritarismo para transformarlo en democracia, que sepan perdonar para seguir y que amen la vida en su compleja simplicidad. Espero –con esperanza- que el crecimiento de nuestra comunidad se dé a través de la aparición de otras apuestas similares, que existan más casas, más barrios que se animen a generar comunidad. Espero que la consigna de compartir nuestras experiencias con gratuidad total se pueda dar de manera sustentable y sostenible. Sueño con que la máquina liberal no haga de ArSu un producto más, sueño con que cada barrio o conjunto de manzanas tenga una casa ArSu, es decir un lugar para aprender juntos, un rinconcito para formar almas reciprocas, creativas, con voluntad de transformar, entendiendo la libertad dentro de sus límites y formando posturas que se sepan parte del Mundo y no todo él.

*Mamacita residente


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mamacitas

Cuando uno es mamá o papá aprende a reconocer que no puede sola/o y que necesita el apoyo de muchas personas. Por eso nace MAMACITAS. Para que compartas lo que hiciste para resolver los mil y un retos de la maternidad. Para que cuentes eso que nadie cuenta.


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