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La historia de mis mamá-citas con los/as ginecólogos/as de Lima

Claudia Chiappe*

Publicado: 2013-08-01

Aun no soy una mamá al 100% pero mi pequeño gran proyecto de casi siete meses me advierte que comienzo la postulación al gran “club”, con todo lo que ello significa.

Premamá-cita

Mi novio y yo decidimos embarazarnos, así que fui a un reconocido lugar de atención a la mujer para hacerme un chequeo y ver si todo estaba ok. El médico me preguntó “¿cuántos hijos?”, le dije que ninguno, me preguntó mi edad: “32 años” y alzó la mirada con asombro. Me revisó y me dijo que tenía unos hongos y que probablemente por los dolores que tenía en mis periodos de menstruación tendría problemas de infertilidad. Salí preocupada de la consulta para hacerme unos exámenes, me despedí y me dijo: “las mujeres están hechas para usar falda no pantalón, por eso vienen los hongos”. El miedo de sólo pensar en la posibilidad de ser infértil le ganaba a la cólera del comentario machista.

Mamá-cita 1

Casi al mes me hice dos pruebas deembarazo: todo negativo. Me sentía con cólicos menstruales así que me hice una prueba más y antes de los resultados acudí a la ginecóloga de una clínica sanisidrina. La doctora me escuchó por unos minutos y mirándome fijamente el rostro me dijo: “estás embarazada y, porlo que me cuentas y por la vellosidad que observo en tu rostro debes de tener quistes, tu estás en amenaza de aborto, ¡enfermera... una ecografía de emergencia!”.

Mi ecografía resultó positiva al embarazo pero sin evidencia de quistes. Mi bebé tenía 05 semanas y ya podía oír los latidos de su corazón, sin embargo no me sentía segura, me quede con ese temor y comencé a buscar ginecóloga con buenas referencias. Salí de la clínica caminando como muñeca de porcelana, con miedo a quebrarme, dando cada paso estilo robot, con más temor que nunca a cruzar la pista, a chocarme con alguien, nunca tan contrariada, con la felicidad y el miedo compitiendo por todo mi cuerpo.

Mamá-cita 2

Pasaron apenas unos dos días y tuve un primer sangrado en la trusa, muy pequeño pero muy perturbador. Fui a emergencias, quería cuidar a mi bebé sobre todo y contra todo. Me dijeron que debía hacerme una ecografía más. En la camilla no me podía controlar, me temblaban las piernas, sentía que quizá no había hecho lo adecuado esos días, que quizá no escucharía una vez más los latidos de mi bebé. Los resultados fueron: 06 semanas de embarazo y una sustancia líquida. Una nueva doctora me dio unas pastillas para unos posibles hongos y reposo por un día.

Mamá-cita 3

Hice lo que me dijo, pero al día siguiente tuve otro sangrado, de otro color, pero sangrado al fin. Averigüé sobre un ginecólogo/a reconocido/a en otra clínica que cubra mi seguro. Me recomendaron una. Esperé más de dos horas para que me atienda. Me dijeron que era excelente pero lo que más recuerdo de esa cita fueron las primeras palabras de la doctora: “¿señora, señorita?, ¿casada,soltera?”. A lo cual respondí “señorita, soltera”. “Te comento esto, para que no hayan sorpresas luego, la partida del bebé dirá madre soltera”, me dijo. Efectivamente me revisó y encontró un pequeño sangrado. Receta: 10 días de descanso y unas hormonas para retener al bebé. El miedo ya le estaba ganando a la felicidad. La rabia por el comentario de la doctorcita se estaba colando por mis venas.

Mamá-cita 4

Regresé a la semana para que me viera la última doctora (sí, la de “¿señora,señorita?”). Debo haber estado realmente inestable para volver donde esa doctora, felizmente ella había tenido una fractura o algo así, y me atendió otro médico. Su diagnóstico: infección urinaria, la cual está causando una amenaza de aborto.

Hasta ese momento había visto ya cuatro ginecólogos diferentes, todos con diagnósticos diferentes, y yo cada vez más insegura. Ya habían pasado varias semanas y los cólicos continuaban. Mis exámenes de laboratorio salían negativos: no había infección.

Mamá-cita 5

Volví donde ese último médico. Me dio nuevas hormonas y más descanso. Me sentía fatal, seguía con la amenaza de aborto y él insistía con revisarme siempre y, según su diagnóstico al tacto, yo tenía una infección que los exámenes de laboratorio ocultaban. Lo llamé para decirle que cada vez me sentía peor, me sugirió regresar. Se me ocurrió googlearlo: era ginecólogo pero no obstetra sino cirujano. Especialista en recomposición del himen, lo que llaman “el punto de oro”. Esta vez la risa le tenía que ganar hasta al miedo más oculto.

Mamá-cita 6

Decidí irme a una clínica especialistaen maternidad, no cubierta por mi seguro médico. Costosa pero muy recomendada por varias amigas. Me atendieron con mucha minuciosidad luego de escuchar todo mi recorrido. Diagnóstico: “todo parece estar bien, lo que pasa es que usted tiene todos los malestares juntos de un embarazo, los cólicos que tiene son normales, pero no le dan a todas las mujeres. Descanse que los nervios en estos casos no ayudan, no veo infección, hoy no hay amenaza de aborto”.

Luego de esa última mamá-cita llegué hasta la clínica donde ahora me atiendo, tuve un sangrado más y me dijeron que era porque debía dejar de trajinar, así lo hice y hasta ahora todo fluye normalmente.

No creo que exista una historia de mujer embarazada que no tenga su toque de complejidad, que no contemple sentimientos encontrados, preguntas y temores, que obvie las crisis y los deseos por patear a muchos. Sin embargo la figura de los médicos debería ayudara apoyar a que esas emociones se canalicen y sobre todo a tratar cada caso con seriedad.

Siempre he confiado en los médicos, los respeto y los seguiré respetando, sin embargo he aprendido que sus palabras pueden alarmar, perturbar y empeorar la situación de un paciente.

Mi miedo comenzó antes de tener mis resultados positivos de la prueba de sangre, incluso desde que me dijeron que podía ser infértil. No estaba segura de tener a mi bebé dentro pero ya estaba con la alarma atacando mi útero.

Pienso en las mujeres más jóvenes, y en otras que quizá no pueden ir a uno u otro médico y tienen que conformarse con una posta de salud. Pienso que los médicos no se ponen en nuestros zapatos cuando hacen sus comentarios, hay una enorme carencia de empatía en muchos de ellos pero sobre todo de falta de criterio para tratar a una mujer embarazada.

Siento que esta aventura de ser mamá es más de lo que esperaba, no lo digo sólo por estos tropiezos en mis mamá-citas, sino por todo lo que ello implica: cambios en el cuerpo, cambios de humor, autopaciencia, tolerancia en cantidades extraordinarias frente a las preguntas y deseos de los demás por conocer de tu embarazo, entre otras.

Siento que me equivoqué, que quizá desde un inicio debí invertir en un ginecólogo/a altamente recomendado, sin embargo eso no quita la responsabilidad de tanto médico que va por allí dando un mal servicio y diciendo lo que no le compete. Esta crónica es una manera de eliminar, a través de mi relato, parte de mis miedos y cólera, pero también pretende que otras mamás sepan bien elegir al compañero/a que traerá a su bebé a este mundo. No pretendo más. Hoy puedo decir que el miedo insiste en competircon la felicidad, pero la señora ya le sacó una cabeza de adelanto.


*Mamacita invitada. De treinta y pocos y melena alborotada, comunicadora y futura mamá de un movedizo pestañudo, pero sobre todo mujer que intenta mejorar y disfrutar del amor de quienes la acompañan y de las maravillas de la vida


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Cuando uno es mamá o papá aprende a reconocer que no puede sola/o y que necesita el apoyo de muchas personas. Por eso nace MAMACITAS. Para que compartas lo que hiciste para resolver los mil y un retos de la maternidad. Para que cuentes eso que nadie cuenta.


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