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Crianza sin fronteras, ¿quién puede?

Publicado: 2013-10-21




Hace unos meses, seis para ser exactos, mi esposo, mi hija y yo nos mudamos de Londres a Lima. Para mi esposo fue regresar a un lugar familiar. Para Sofía, nuestra hija de tres años, significó llegar a un mundo diferente, y para mí fue regresar a Latinoamérica después de vivir la mayor parte de mi vida adulta (y toda la profesional) en Canadá e Inglaterra.

A pesar de que esta etapa de transición no ha sido fácil, en general vamos bien. Sin embargo, hemos tenido que pensar y volver a discutir algunas de nuestras ideas con respecto a la crianza de Sofía. Veníamos acostumbrados a un ambiente donde nuestra hija tenía amiguitos y amiguitas. Donde no se hace (al menos en niños pequeños) gran diferenciación entre él y ella y donde el cómo se viste, qué es lo que juega, o cómo se comporta, entre otras cosas, no necesariamente están ligados a su género. Por otro lado, los padres en Londres suelen ser muy conscientes de las acciones de sus pequeños y procuran intervenir de manera positiva y por lo general, imparcial, ante cualquier discrepancia o problema de conducta, no dejando al azar el desenlace de la situación. Además, los niños pareciera que crecen con mayor libertad y exposición, acompañando a sus padres, cuando estos no están en el trabajo, en sus actividades cotidianas y sociales, sin supervisión continúa de terceros.

Aquí las diferencias entre niños y niñas se hacen desde muy temprana edad y empezamos a escuchar cosas como ‘las niñas no juegan con los niños porque son muy bruscos’ y ‘hay clases de ballet para ella y de futbol para él’. Por otro lado, recibes muchas opiniones y comentarios no solicitados como ‘¿y su nana, dónde está?’, o ‘¿come solita?’, y ‘¿la dejas hacer eso?’, etc. En cuanto a la conducta… quedé asombrada, los niños y las niñas me parecieron algo belicosos, a la defensiva y menos inocentes de cierta forma. Un motivo de ello tal vez, es que muchos tienen hermanos mayores, algo poco usual en nuestro ambiente pasado.

Al principio esto me pareció un desastre y no me quedaba claro cómo manejaríamos esta nueva situación. Pero poco a poco en discusiones con mi esposo y tratando de tomar las cosas con calma y objetividad, recordamos que estemos donde estemos la base de la crianza que queremos para Sofía sigue siendo la misma – un hogar donde tenga la libertad de ser ella misma, y se sienta querida, apreciada y respetada como individuo. No obstante, nuestro enfoque tendría que responder al nuevo entorno, reforzando de manera consciente algunos temas que anteriormente estuvieron implícitos en el ambiente que nos rodeaba. Por ahora se nos ocurrieron tres:

• Las diferencias enriquecen y las excepciones son parte de la vida. Por ejemplo, y ante la insistencia de Sofía de afirmar que solo las mujeres pueden usar faldas, sentarse unos minutos frente a la computadora y ver fotos de hombres escoses usando kilts (o faldas).

• Buscar oportunidades de compartir y discutir, con las personas que rodean a Sofía, perspectivas distintas de hacer las cosas. Por ejemplo, conversar sobre porque no creo que enseñarle a mi hija a responder al golpe de un niño/a con otro golpe, sea la manera de enfrentar esta situación.

• No dejar que Sofía olvide que es una persona privilegiada y que eso le da una obligación de pensar y considerar a los demás, así como de aportar al bien colectivo.

Cuando tenía cinco o seis años, tuve con mi mamá una conversación que marcó mi niñez. Se dio más o menos así: ‘Mamá cuando sea grande quiero ser secretaria.’ Y ella responde: ‘Ah sí y ¿por qué?’ A lo que yo respondí: ‘¿No se…?’ Finalmente ella me dijo: ‘Bueno, eso está bien pero también podrías ser la jefe.’ Vaya que no se me había ocurrido pero sonaba bien y sobre todo muy posible. Mi mamá no recuerda esta conversación pero en ese momento presento de una manera muy sencilla, un mensaje que realmente me hizo cuestionar, a partir de entonces las opciones que se me presentaban.

Cada lugar tiene su reto pero tenemos que confiar en que nuestra esencia como individuos y familia sigue siendo la misma sin importar el lugar donde nos encontremos. En esta nueva aventura de vida, mi objectivo es seguir transmitiendo e inculcando los mismos valores, con una mayor conciencia del mensaje que le transmitimos a Sofía. Crianza sin fronteras, ¡si se puede!

*Mamá, esposa y nutricionista apasionada por la salud pública, creando una nueva vida en Lima.


Escrito por

mamacitas

Cuando uno es mamá o papá aprende a reconocer que no puede sola/o y que necesita el apoyo de muchas personas. Por eso nace MAMACITAS. Para que compartas lo que hiciste para resolver los mil y un retos de la maternidad. Para que cuentes eso que nadie cuenta.


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