Dos
“La primera hija tenía el beneficio de toda mi atención. Eso era bueno porque yo no tenía ni idea de lo que estaba haciendo.
La segunda hija tenía el beneficio de mi experiencia. Eso era bueno porque yo estaba muy ocupada explicándole todo el tiempo a su hermana por qué ella no tenía ya toda mi atención”
Carisa Miller, ScaryMummy
Susana Klien*
Este post lo vengo escribiendo desde hace mucho, prácticamente desde que nació mi segunda hija y ella tiene ya 1 año y 4 meses. Y es que la vida desde que ella nació ha sido más intensa, con menos espacio para hacer las cosas que planeabas hacer, con un cansancio permanente que se transforma fácilmente en irritación -lo confieso, y aun así, una alegría tan grande que te puede hacer olvidar todo lo anterior. Hace pocos días pensaba en cómo la vida puede cambiar tan rápido. Hace tres años había tenido una segunda pérdida. Hace dos años y medio nació mi primera hija y poca más de un año después, casi sin querer queriendo, vino la otra.
Siempre pensé en tener al menos dos hijos/as. Yo tuve una hermana y ella fue mi mejor amiga. Mis recuerdos de ser compinches, de acompañarnos y de querernos en nuestra niñez están muy presentes. Sin embargo, después de tener a mi hija mayor y con los retos que implicó para su padre y para mi armonizar nuestros trabajos y vida con ella, pensamos tomar un descanso antes de tener otra. Pero como va la canción: la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida.
¿Qué pasa con los segundos hijos? Ellos ya no vienen a graduarnos como padres, como dice Mafalda. ¿Nos encuentran más cancheros o simplemente más cansados? ¿Con más claridad respecto a las reglas o más liberales?¿Y qué pasa con los hijos/as que de pronto se convierten en hermanos/as mayores? ¿Cómo hacer sentir especiales a ambos hijos/as?¿Cómo armarse de paciencia para lidiar con los retos de tener una/o, multiplicado por dos?
Basado en mi experiencia, acá van algunas reflexiones honestas y directas, como acostumbramos a expresarnos en este blog:
1) Paciencia, paciencia, paciencia y bueno, más paciencia. Todo pasa. Los niños/as crecen y la situación se hace más fácil (¿o será que una se vuelve más fresca?). Mañana, al final, siempre será otro día.
2) No idealizar la idea de tener dos hijos/as. Es un trabajote y realmente agotador, sobre todos los primeros años y si la diferencia de edad es corta. Creo que si una empieza con expectativas claras y realistas, la cosa se hace más fácil (y esto creo que se aplica en general al ser padres o madres).
3) Tu primera experiencia de madre o padre es mágica, es tu primera hija, te enamoras y piensas que no podrías querer de nuevo a alguien de esa manera. Creo que esa es una de las dudas que muchas personas tienen respecto a tener más hijos. Bueno, no sé cómo explicarlo, pero sí, te vuelves a enamorar en segundos y simplemente tu corazón se hace más grande con un amor igual de especial.
4) Cada hijo/a es diferente. Al tener otro hijo/a te darás cuenta que desde que nacen tienen personalidades definidas y lo que te funcionó con una hija, puede no funcionarte con la otra. Una puede dormir a los pocos meses toda la noche y tú puedes creer que eso es porque fuiste firme en que se quedé durmiendo en su cuna, decirle buenas noches y apagarle la luz. La siguiente puede nunca querer dormir en su cuna y no dormir más de dos horas seguidas, a pesar de que tú tratas de hacer exactamente lo mismo que hiciste con la primera hija. Darte cuenta de esto además sirve para que no andes dando consejos de crianza pensando que porque te funcionaron a ti le servirán a todos/as. Lo que funciona para una madre puede no funcionar para otra... y lo que funciona para un hijo/a puede no funcionar para otra/o. Como antes dije en otro post, te das cuenta que todo es mezcla de naturaleza, crianza y quizá un poco de suerte.
5) Tu “chanconería” de padre o madre primeriza (es decir, leer todo lo que podías, hacer del google tu mejor amigo, preguntarle todo lo que podías a madres, padres, abuelitas, médicos y demás), si es que fuiste una de esas, seguramente no volverá a darse con tu segundo hijo/a. Un tanto porque piensas que las cosas ya las aprendiste, y en gran parte, al menos en mi caso, porque no tienes energía ni tiempo para leer pues seguramente entre el trabajo, el embarazo y tu primera hija/o terminarás muerta.
6) Ya sabes que los bebés no se rompen. Con el segundo hijo/a la verdad es que eres más canchera y no te angustias por las mismas cosas. Te relajas más en términos de tus estándares de crianza, de disciplina, de limpieza. Si a la primera tos antes llamabas inmediatamente al pediatra, acá ya solamente lo llamas si la bebé está hirviendo de fiebre. Ya sabes que es normal que se resfríen, que los bebés vomitan, que los cólicos son terribles pero algún día pasan.
7) Todo se te olvida. La memoria es corta -o quizá mi cabeza estaba tan llena de cosas y poca capacidad de retención que no quedaba espacio para recodar mucho. No me acordaba del dolor de las contracciones, ni de cuánto de separación tenían que tener las contracciones para ir al hospital, ni de lo que tenía que esperar en cada chequeo con la partera, ni de cómo era dar teta, ni de qué primeras papillas le preparé a mi hija cuando empezó a comer. Todo fue como nuevo, pero sin preocupaciones, no sé si me explico. Tenía recuerdos vagos de las cosas, que en algunas ocasiones volvían como flashbacks.
8) Los celos. Ay ay ay. Este fue nuestro principal problema. Hicimos todo lo que nos recomendaron para ir preparando a nuestra hija a la idea de tener una hermana, desde comprarle una muñeca bebé a la que le pudiera dar teta hasta hablarle y contarle de su hermana y que le diera besos en la barriga. La verdad no sé si sirvió o si la cosa hubiera sido aún peor sin esto, pero los celos que le dieron fueron terribles. Si bien mi hija era además pequeña y no entendía bien, cuando nació su hermana al inicio la miraba con curiosidad pero pocos días después chillaba si yo la cargaba, la tocaba o la miraba. Fue como si cuando se dio cuenta que la bebé había llegado para quedarse, todo hubiera cambiado. Mi hija mayor quería que yo la cargara particularmente cuando mi hija recién nacida estaba tomando teta, que básicamente era gran parte del día. Una de nuestras experiencias más estresantes fue viajar en un avión de Londres a Lima con la hija de 3 meses y la otra de 15 meses, y tratar de darle teta a la bebé sosteniéndola en una mano mientras con la otra mano contenía a mi otra hija que se trataba de tirar encima mío y de su hermana manoteando. Pero bueno, la verdad, una se vuelve atlética y como de goma. Ahora que una tiene 2 y la otra 1 los celos se han ido y regresan esporádicamente, momento en el que la mayor le da un manazo a su hermana (a pesar que le explicamos que eso está mal) que antes solamente lloraba, pero ahora menos mal ya ha aprendido a defenderse.
9) El sueño. En mi caso el estado trasnochado (sleep-deprived) y sueño interrumpido es cosa de cada día desde los últimos meses de mi primer embarazo. Siempre me sorprendió cómo el cuerpo se adapta y aprendes a vivir y manejarte más o menos cuerdamente con pocas horas de sueño -aunque admito que me ha pasado eso de estar bajo la ducha y no acordarme si ya me había echado shampoo, que le ha pasado a varias madres que conozco, o buscar las llaves de la casa por todos lados y tenerlas en la mano-. Te duermes en un segundo (yo que siempre he sido insomne me sorprendo de eso) y duermes profundo pero a la vez, aunque suene contradictorio, de manera tan ligera que te levantas en un segundo ante cualquier sonido raro de tus hijas. En resumen, si no duermes bien con una (que ahora en la noche a veces llama a “mamá” o tiene pesadillas) pues añadirle una más no hace diferencia y creo que ha sido mejor que sea ahora a acostumbrarnos a dormir bien y luego volver a tener la rutina de padres “trasnochados”.
10) Las reglas y los segundos hijos. Pues la verdad, debo decir que mi segunda hija ha tenido menos disciplina y es más un poco más consentida. No hemos tenido energías para ponerle muchas reglas y también hemos empezado a malcriar a la mayor dejándola muchas veces hacer lo que quería porque estaba celosa y pensábamos que la situación era difícil para ella. Si la menor quiere algo y llora, lo más seguro es que se lo demos para evitar que altere a la mayor. Si la mayor hace pataleta porque quiere algo, seguramente se lo daremos para que no altere a la menor. Sí. Mala madre. Además, mi segunda hija no sabe dormirse sola. Muy rara vez se duerme sin teta.Y cada vez que se despierta o llora, teta nuevamente. Es la solución mágica al agotamiento que a veces tenemos su padre y yo. Eso sirve para que se calme y se duerma, para que deje de llorar cuando su hermana le quita algún juguete o la empuja, o para que deje de hacer alguna travesura. Con nuestra segunda hija no hemos tenido energía para usar técnicas para que aprenda a dormir sola. Como duerme con su hermana, apenas lloriquea la sacamos y la llevamos a nuestra cama para que no despierte a su hermana, pues tener las dos llorando a las 3 de la mañana no es una experiencia placentera. Y cada día pensamos que empezaremos a poner algunas reglas al día siguiente, pero llega el día y la verdad, lo postergamos y el mañana nunca llega. Así que bueno, si igual seguramente no dormiremos bien por varios años, hacer de esto una experiencia más difícil no vale la pena. La opción más realista para nosotros ha sido irnos de vacaciones, esperar retomar energía y volver a intentar que duerma sola (y también, comprar una cama más grande para que si nada funciona, dormir los tres o cuatro).
11) La ropa y juguetes. Sí, esto es práctico. Todo se hereda. Un consejo, guarda algunos juguetes de tu hija/o mayor algunos meses antes que nazca el bebé. Ella se olvidará que eran suyos y podrás decirle que son nuevos de su hermana/o. En el caso de mis hijas ha sido bastante claro que la mayor (y ahora la menor), tienen gran sentido de pertenencia y propiedad. Su palabra favorita es “mío”, inclusive de la menor que con las justas dice 5 palabras. Por ello, es importante que sea claro cuáles cosas son de cada una y que se acostumbren a compartir. A estas alturas comprar una sola cosa para que compartan las dos no sirve porque la mayor, que tiene más fuerza, se apropia inmediatamente de eso y no deja a la pequeña usarlo (parece un análisis político ¿no?). Así que bueno, aun con mis ideas socialistas he visto que en el caso de mis hijas parece ser importante la propiedad privada y que sientan que algo es suyo, y es importante comprarles lo mismo si se puede pues sino, siempre pelearan por lo que tiene la otra.
12) Los bebés son fáciles. Te das cuenta de eso una vez que tienes el segundo/a, y notas que el reto es el “toddler” que tienes al costado. Lo que pone al límite tu paciencia es la mini mini mini adolescente que tienes de hija mayor, aquella que empezó a desarrollar rápidamente un temperamento fuerte y a hacer muchas cosas que la mayoría de niños hace: léase pataletas, tener manías, mucha terquedad, un “no quiero” a flor de labios para todo y a la que en mi caso quizá puedo convencer a hacer algo, dormir o dejar de molestar a su hermana ofreciéndole ver peppa pig o dándole gomitas (sí, mea culpa).
13) Las vacaciones -este punto lo añado a insistencia de mi pareja. No sean ingenuos, las vacaciones, al menos por los primeros años, no serán más vacaciones. Con una hija puedes descansar pues normalmente uno de los dos puede hacerse cargo mientras la otra persona duerme un rato o lee. Con dos hijas, ambos tienen que estar haciéndose cargo, al menos si son pequeñas y tan cercanas en edad. Los días empiezan a las 6am (al menos en nuestro caso) ininterrumpidos hasta las 8pm. Desde que tenemos dos hijas esperamos con ansias volver al trabajo y nuestro día favorito es el Lunes.
En los momentos más complicados del día pienso que ya pasará, ya crecerán. Admito que al final de cada día, aún con toda la felicidad del mundo, mi pareja y yo nos miramos y decimos, uffff, sobrevivimos un día más.
Ps: Agradezco a mis amigas coca cola y café, porque sin ellas no podría sobrevivir a estar alturas.
*Mamacita residente