"¿De dónde vienen los bebés?", es solo la primera pregunta
A los cinco años Gaby me preguntó por primera vez de dónde venían los bebés. Yo ya había enfrentado hace años atrás con mi hermana pequeña la consabida pregunta así que suponía que lo iba a manejar a las mil maravillas cuando llegara el momento. Pero claro, es muy diferente explicárselo a tu hermanita pequeña que a tu propia hija (porque comienzas a pensar en ti misma y en tu esposo y en la tantas veces magnificada escena primaria) y al escuchar la pregunta de Gaby un tiritón me recorrió la espalda. Sin embargo, yo (la mujer menos previsora y más desorganizada del mundo) había tomado precauciones. Así que disimulé mi ansiedad y le dije a mi hija: “tenemos un libro que explica todo eso, ¿vamos a buscarlo?”.
En la siguiente escena estoy yo sentada en la cama de mi hija con el libro cerrado en mi regazo (que ya he terminado de leer) y la pregunta, que en el fondo yo temía, formulada en el aire esperando respuesta. Los enormes ojos de mi hija expectantes y escrutadores no me iban a dejar seguir yendo por las ramas, pero mientras seguía retumbando el “mamá, pero ¿cómo?, ¿cómo?” tuve un momento de lucidez revelador en el que me vi educando y formando a mi hija… un momento de despersonalización que sirve para entender las cotidianeidades que son fundamentales por su relevancia.
Así que suspiré hondo y fui a buscar una hoja y un lápiz y dibujé, lo mejor que pude, un pene y una vagina y le expliqué la penetración, la eyaculación, los espermatozoides, el óvulo y la anidación en el útero. No fue necesario repetir nada, apenas terminé ella exclamó “¡qué asco!” y se fue a jugar jurando que jamás iba a tener hijos.
Recordé todo esto porque anoche, mientras cenábamos las dos solas, hilvanamos una conversación que fue más o menos así:
-“mamá: ¿yo seré una adolescente rebelde, cierto?”
-“no necesariamente, ¿por qué dices eso?”
-“porque dicen que ahora los adolescentes son muy alocados, terribles”
-“siempre se ha dicho eso de la juventud”
-“y si yo me voy a fiestas todos los sábados cuando sea grande, ¿seré rebelde?”
-“si eres responsable y te sacas buenas notas puedes ir a fiestas”
-“y en los ochentas las fiestas serían aburridas!!!”
-“claro que no, además en los ochentas todo era desaforado, había mucha droga”
-“entonces creo que me han estado engañando”
Y así fuimos conversando acerca de los estereotipos de los jóvenes, y como los más viejos suelen sentenciar acerca de la juventud actual y olvidan lo que se decía de ellos. En ese devenir de nuestro diálogo llegamos a conversar acerca del sexo inseguro y la promiscuidad y la necesidad de cuidarse y del condón. Durante todo el tiempo Gaby (de 10 hermosos años) se asombró de todo eso que aún no conoce, y por último me preguntó: “¿y hay forma de tomar o hacer algo antes para no quedar embarazada?” Entonces me explayé en los métodos anticonceptivos, pero explicando siempre que eso no era seguro para las infecciones de transmisión sexual, entonces me preguntó: “¿hay algo para evitar el VIH antes?”, entonces le expliqué que no hay porque los virus se previenen con vacunas y que el VIH aún no logra ser prevenido de esa forma, aunque se está investigando. También expliqué que los condones pueden romperse y ella sentenció: ya sé que para eso hay que tomar la píldora de emergencia (y yo me sentí infinitamente orgullosa de mí informada hija).
Entonces me di cuenta que era muy fácil hablar con ella ahora que está más grande, pero sobre todo era fácil porque había un colchón de conocimiento que le permitía comprender muchas cosas, porque al hablar de VIH no surgieron estereotipos alrededor de las personas homosexuales, porque esa parte de la realidad ella la comprende perfectamente, y no surgieron preguntas acerca del sexo, porque ella ya preguntó lo que quería y recibió respuestas claras en su momento… pero sobre todo, porque confía en lo que le digo. Por eso la educación sexual integral no puede empezar a los quince años, en ese momento ya es tarde. Es un contrasentido que queramos proteger a nuestros hijos e hijas de todo peligro y no comprendamos que esta parte de su educación es fundamental para su bienestar, para su seguridad y para construir hoy la sexualidad sana del mañana. Por último, es necesario señalar que este es un proceso paulatino que comienza con una buena respuesta para la pregunta “de dónde vienen los bebés”.
*Mamacita invitada. Estudié psicología en Chile, me enamoré por internet y eso me trajo al Perú, donde soy mama de una hermosa nena de 10 años. Desde hace cuatro años me dedico a trabajar por los derechos sexuales y reproductivos.