A la mamá-santita del parque
Ayer estaba en el parque con mi hijo. Antes de ir pasamos por la tienda porque después de una semana en la que se había portado muy bien, le dije que iba a comprarle algo rico. Él escogió una bolsa de chifles (chips de plátano) y estaba muy contento comiéndolos en el parque. En eso apareciste con tu niña. No presté mucha atención a lo que hacían hasta que dijiste, en voz suficientemente alta como para que escuchara yo o cualquier persona a unos 10 metros a la redonda, algo como: "no hijita, tú no puedes comer eso. Tú no comes nada en bolsa, eso es malo para ti" e insististe por si yo no había escuchado: "no sé cómo un niño puede comer eso".
La última vez antes de esa que mi hijo comió chifles fue hace unos 4 meses. Yo de cuando en cuando cedo ante las golosinas pero no son y nunca serán parte del día a día de mi casa. Sin embargo tu comentario me afectó porque cada vez que le doy una golosina lo hago con un poco de culpa. Te cuento mamá-santita: los juzgamientos de terceros joden. Pero en realidad solo joden cuando tocan algo de lo que una no está muy segura. Y esa es la parte horrible de tu onda santurrona.
El tonito de mamá-santita que pones tú o las de tu especie cuando dicen que por ejemplo, dejaron de trabajar porque se morirían de pena de "no ver a su hijo crecer", jode cuando justo esa semana una ha llegado de trabajar bastante más tarde de lo que quisiera. O cuando tú y tus amigas dicen que la lactancia es lo más sagrado del mundo y nunca le darías fórmula a tu hijo, pobrecito, friega mucho cuando una acaba de dejarla después de semanas de dolor, percepción de falta de leche o por tener que volver al trabajo. También cuando una se acaba de separar y viene alguna de las de tu grupo a decir que no podrían hacerlo porque tienen el hijo muy chico y sienten que eso "lo podría destruir". O cuando una entra, con pena, en la inevitable tanda invernal de dos semanas de inhaladores, antihistamínicos y descongestionantes y viene la mamá-santita a decirte que ella no podría envenenar así a su hijo y solo le da jarabe de cebolla con miel. Tengo varios ejemplos y estoy segura que quienes han sido juzgadas tienen otros pero ya entiendes mi punto, mamá-santita.
Quisiera contarte que lamentablemente para mí, no estás sola. Ya varios han dado cuenta sobre el fenómeno de las mamás-santitas (sanctymommy en inglés). La definición aun depende de Wikipedia (en inglés) porque los diccionarios más formales aún no la toman: "es una mezcla de dos palabras, santurrona (sanctimonious) y mamá. La palabra es un coloquialismo usado para referirse a una persona, frecuentemente mujer, que tiene visiones sesgadas sobre la crianza de los hijos y las presenta de manera muy directa sin cualquier sentido de humildad". El Merriam Webster ya la incluye entre las palabras más mencionadas por sus lectores y la describe como: una mamá que apunta a fallas que percibe en la maternidad de otras ( http://www.merriam-webster.com/top-ten-lists/top-10-user-submitted-words-vol-4/sanctimommy.html#9mTchgrIzooL4B2I.99 ). Luego de consultar la literatura bloguera escogí una buena descripción de lo que hacen las mamás-santitas: “He observado el abominable "tengo pena por tus hijos" como respuesta igualmente aplicable a madres trabajadoras, madres solteras y madres que le dan queso amarillo en rodajas a sus hijos" (http://www.nytimes.com/2006/12/24/weekinreview/24kantor.html?_r=0 // http://mom-101.blogspot.be/2006/11/sanctimommy.html ). Y atención madre de familia, si crees que puedes estar sufriendo el mal de la mamá-santita, aquí un test: http://thestir.cafemom.com/baby/109884/you_might_be_a_sanctimommy
Creo que al inicio de mis tres años de maternidad los juzgamientos, consejos innecesarios e indirectas eran más comunes o tal vez me molestaban más. Cuando pasa el tiempo una va construyendo una coraza y ya no está tan pendiente de esas malas ondas. Imagino que alguna con tres hijos y 12 años de madre se sentará en el suelo a morirse de risa si alguna incauta osa darle una indirecta sobre el uso de golosinas o televisión. Esta vez no fui tan superada pero tampoco me llegaste a romper el corazón así que pude responder de manera pacífica pero decidida. No sé si te acuerdas pero te dije que no juzgues. Que tú eras mamá tanto como yo y que a tí también te iban a juzgar aunque te creyeras la muy santita. Y que ese juzgamiento te iba a caer tan mal como me cayó el tuyo. Después pretendiste aleccionarme sobre la importancia de la alimentación natural y en esa parte sí fui más cortante y te dije que no estaba interesada en iniciar una conversación contigo, que mi única intención era solo decirte que no juzgaras. Y bueno, seguí mi jornada. Poco después me di cuenta que no habías entendido nada porque tu hijita se topó con otro niño, esta vez uno con un chupete, y escuché que ahora frente a la mamá de ese niño decías: "hijita, no puedes comer esas cosas porque tienen A-ZU-CAR!! A-ZU-CAR!!". Ay, mamá-santita, debes ser divertidísima en las fiestas.
El problema con juzgar, porque yo también lo he hecho, es que una no tiene la visión completa del tema. Uno juzga un momento, una fotografía, pero nuestras vidas se asemejan más a una película. Entonces mamá-santita, si ves que una mamá se queda trabajando hasta las 9 de la noche, tal vez no es que sea una desnaturalizada que no quiere ver a sus hijos, sino que sabe que su empresa está en un proceso de reingeniería y ella no puede perder ese empleo. O si la mamá se separó del marido cuando el hijo no cumplió ni un año tal vez ella no haya querido seguir soportando una relación abusiva ni permitir que su hijo sea parte de ésta. Y si una mamá le dio una maldita bolsa de chifles a su hijo, tal vez no sea necesariamente una mujer queriendo llevarlo hacia la obesidad mórbida sino simplemente alguien que cree que a veces hay que ceder.
Con el tiempo también una piensa más a la hora de juzgar. Tal vez en un par de años, tú, mi estimada mamá-santita te reirás de tu obsesión por la alimentación saludable al ver a tu hija tragándose un balde de popcorn de cine. Yo por ejemplo, con el paso del tiempo bajé de mi pedestal de mamá-santita promotora de la lactancia materna y ahora veo a las mamás que dan fórmula como mujeres ejerciendo su sacrosanto derecho a hacer lo que les de la gana en la crianza de sus hijos mientras no implique el uso de violencia, claro.
Porque al final, yo le estaré dando chifles y ella le estará dando fórmula y tanto ella como yo tendremos nuestras razones. Pero cuando lanzas tus indirectas pontificadoras para que todos las oigan, mamá-santita, no solo estás siendo mala e injusta con otras mamás sino que estás enseñándole a tu hijita, que escucha todo, que está bien juzgar y a hablar mal de la gente. Y eso a la larga es mucho peor que comer chips de plátano ¿no crees?
*Mamacita residente