#ElPerúQueQueremos

10.Mayo.2015

Publicado: 2015-05-11

Es un enorme atrevimiento lanzar conclusiones con tan pocos años en este negocio. Una cree que no hay mayor reto que ser mamá de un niño pequeño. Sin embargo la otra cree que ser mamá de uno de 10 años es más difícil y la mamá de adolescente te mira pensando que no sabes lo que te espera. Entonces la primera conclusión es que esto no va a parar.

Pero hay cosas que sí paran. Como las eternas preocupaciones por el tema de si toma teta o no, que si nació de parto natural o no, que si lo porteaste o no, que si durmió en cuna o no. Ahora parecen batallas lejanas que removían hígado, conciencia y culpa. Y me hubiese gustado que toda esta onda de la crianza natural, a veces tan intolerante y autocomplaciente, aplicara para las mamás la misma gentileza que aplica para los bebés.

Algunos años después de parir te das cuenta que cada niño viene con un reto y que a estas alturas si encuentras a alguna juzgando a la otra ya no debería darte rabia sino pena. En los primeros años todas juzgamos porque somos nuevas, estamos asustadas y necesitamos validarnos. Pero crecemos y luego de un tiempo si vemos a un niño comiendo helado en el restaurante a la hora de almuerzo ya no pensamos en "qué irresponsable esa madre cómo le da golosinas en reemplazo del almuerzo" sino en algo como "seguro es la única manera que esa mamá coma tranquila".

Otra cosa es que una se da cuenta que conversar con otras mamás es buenísimo pero el consejo profesional de la pediatra, de la profesora o la psicóloga también es igual de bueno.

Una de las cosas más importantes que percibo es que una lentamente vuelve a mutar a su yo-pre-hijo. Al yo política, yo sexual, yo trabajadora, yo social. Los primeros años no te dejan pensar por el agobio, el día a día, la culpa. Luego eso cede terreno a tu yo que ya no puede más de estar en modo mute. Y uno de los descubrimientos más bonitos de la maternidad es que cuando vuelve, tu yo nace nuevo. Más consciente de su rol en la sociedad, más responsable respecto de su entorno y en mi caso más feminista.

Siempre me he definido como feminista y sé que el rótulo trae consigo los injustos e innecesarios adjetivos de amargada, odia hombres, mal tirada, exagerada e histérica. La maternidad ha amplificado mi feminismo de una manera muy interesante y bonita. Seguro no bonita para quienes cargan esos adjetivos pero bonita para mí.

Mi yo feminista me ha hecho estar consciente de cómo nuestro entorno es tan agresivo, machista, homofóbico e intolerante hacia lo diferente. Me ha hecho estar consciente que los estereotipos de género, esos que muchas piensan que son tonterías, nacen mucho antes de lo que una pensaba. Mi yo feminista me ha hecho asustar mucho al ver que niños de dos años ya tienen en la cabeza el tatuaje de "eso es cosa de niñas". Ay, qué exagerada.

Mi yo feminista me ha hecho entender que tenemos un rol en esta sociedad. Que podemos optar por trabajar, darle de comer a los chicos, llevarlos al colegio y enseñarles a que saluden y agradezcan. Pero eso lamentablemente no es suficiente. En esta sociedad tan desigual, tan injusta, tan horrible para quien es diferente, no podemos limitarnos a eso. Vamos a tener que pelear con el esposo y con los amigos que son papás para que entiendan que asumir labores domésticas no es solo "ayudar" una vez al año, que asumir labores domésticas y de cuidado es un ejemplo para tus hijos e hijas, que es lo que corresponde en una sociedad moderna, que es lo que va a llevarnos poco a poco a ser un país menos mierda. Yo y espero que tú también vamos a tener que pelear con el colegio cuando en la tarea salga la figura de una mamá sirviéndole café al papá. Yo y espero que tú también vamos a tener que hacer un comentario a la página de la revista económica reclamando de su pregunta sobre si cree usted que la licencia por maternidad es perjudicial para las empresas. Porque ya no lo hacemos por nosotras. Lo hacemos por nuestros hijos e hijas. Ay qué odia-hombres.

Mi yo feminista me ha hecho entender que antes de ser mamás somos mujeres y que debemos defendernos entre nosotras porque nadie más lo va a hacer. Mi yo feminista me ha hecho entender que sólo debe ser mamá quien quiera serlo y que no por ser mamá una es esclava, santa o mejor persona. Mi yo feminista me ha hecho entender que tanto yo como la persona que está caminando enfrente debemos amar a quien queramos y como queramos. Que si tengo la suerte de tener al papá de mi hijo a mi lado, yo tengo tanto derecho como él de multiplicarme por cero cuando me dé la gana. Que mi trabajo, cualquiera que sea, es tan im portante como el de mi pareja. Que si opto por usar mis tetas para el sexo en vez de para la lactancia es MI decisión y no debería venir aquí ninguna santita que me diga que eso está mal. Que si decido abortar porque un tipo me violó o porque no tengo la menor condición de asumir un nuevo hijo es MI decisión y no la del congresista machista que está a cargo de tramitar el proyecto de ley. Ay qué amargada.

Finalmente mi yo feminista me ha hecho valorar enormemente mi relación de pareja. Me ha hecho joder más a mi marido seguramente. Pero él y yo hemos crecido en medio de todo esto. Hemos aprendido que los dos tenemos la misma obligación de limpiar potos y gestionar pataletas. Y que parte de la admiración por el otro viene de ahí. Después del periodo de ajuste de ser dos a volvernos tres estamos entrando en un nuevo ajuste donde tenemos que volver a recordar que también somos dos. Y hay que replantear, volver a mirarse, reinventarse y redescubrirse. Cuesta más de lo que yo esperaba e imagino que varias relaciones se quedan en el camino o deciden tener otro hijo y volver al ajuste del cuidado pero eventualmente a todas las parejas nos toca pasar ese proceso y si no lo hacemos el riesgo es quedarse en un limbo de aburrimiento y rutina que te va carcomiendo. Ay qué mal tirada.

Y quedan aún mil batallas que enfrentar. Mil sueños, mil lágrimas, mil gritos, mil situaciones de las que uno no va a saber cómo salir pero qué bacán es ver a nuestros hijos e hijas creciendo. Qué bacán es que el colegio obligue a buscar una foto de cuando era bebé y una de ahora y resumir en tres frases lo que ha cambiado. Y qué bacán saber que todo han sido pasos hacia delante y que tú has estado ahí. Jodiendo, gritando, poniendo reglas, conteniendo, acompañando, aprendiendo, pensando, preguntando, y jodiendo un poco más.

Feliz día mamacitas. Por las luchas de siempre.

*Mamacita residente.


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mamacitas

Cuando uno es mamá o papá aprende a reconocer que no puede sola/o y que necesita el apoyo de muchas personas. Por eso nace MAMACITAS. Para que compartas lo que hiciste para resolver los mil y un retos de la maternidad. Para que cuentes eso que nadie cuenta.


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