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cRÉDITO: bbc / Getty images

Las mamacitas y los aparatos electrónicos

Publicado: 2020-10-29

Ayer leí un artículo sobre el libro “La fábrica de cretinos digitales” del neurocientífico francés Michel Desmurget. Uno de sus hallazgos es que los nativos digitales son la primera generación con un coeficiente intelectual más bajo que el de sus padres y madres. La causa: los aparatos electrónicos.

Aún no leo el libro. Ya lo estoy buscando. Pero el artículo me dejó pensando. Tal vez el CI no mida todos los tipos de inteligencia y además está la inteligencia emocional. Más allá de eso que parece en realidad un poquito de premio consuelo, sí me dio miedo pensar que mi hijo pudo haber nacido mejor que yo y que mi permisividad le esté impidiendo gozar de todo su potencial mental.

Estos tiempos de encierro me han confrontado a la pesadilla de la niñez y las pantallas. Una siente que no es sana tanta compu, tanto aparato. Y es aún peor cuando una se da cuenta del contenido al que se exponen. El porno aún no es un tema para los más chiquis pero la estupidez sí.

La cantidad de desinformación, vanidades e información inútil desde cualquier punto de vista al que están expuestos niños y niñas es asustadora. Youtubers filmándose jugando playstation. Dios santo ¿por qué habría de querer ver horas de eso?

Mientras escribo siento la brecha generacional. Soy la vieja que no entiende nada. La vieja que reniega por lxs tiktokers bailando.

Frente a todo eso me siento absolutamente incapaz de ofrecer opciones. Me paso los días gritando que deje las pantallas sin ofrecer nada a cambio. Pero ¿es mi deber ofrecer actividades? ¿Soy yo quien tiene que decirle que construya un avión con cartones y palitos de helado?

Mis recuerdos de infancia incluyen libros, periódicos, calle, muñecas y horas de horas de tele. Construía casas para las barbies, hacía miles de muñecas de papel, leía, paseaba en bici pero no recuerdo a mi mamá o papá al costado ofreciéndome las témperas o animándome a hornear cupcakes o saliendo toda la familia en fila india a pasear en bici.

Y antes de que sigan leyendo: no ofrezco solución alguna. Estoy tan perdida como ustedes. Solo que a mi me gusta escribir sobre mis problemas.

Una de las principales razones por las que quiero que empiece el cole es porque espero que finalmente mi hijo deje de usar el tiempo entre clase y clase para ver a estos youtubers abyectos a quienes odio. No soporto hacer de policía fisgoneando para evitar que él salga del entorno escolar y entre a esa locura incontrolable de youtube.

Y otra cosa que odio con la misma intensidad son los videojuegos. ¿Hay algún beneficio en ellos? ¿Algo bueno se puede sacar de ahí? Me da vergüenza reconocer que estoy dejando que mi hijo juegue Fortnite más tiempo de lo que yo quisiera. En ese juego la gracia es matar a gente. Usar armas. Todo lo que dije que nunca permitiría.

¿Sabes lo que aumenta esa vergüenza? Es que imagino a la mami perfecta leyendo esto, levantando la cejita y moviendo la cabecita diciendo “no”. Ah qué bueno mi querida Laura Ingalls. Te felicito porque tu hijitx es perfectx.

Y entonces viene este libro que le da la razón a Laura Ingalls y creo que eso es lo que me da más rabia. Porque en el fondo sé que la pinche Laura Ingalls sí tiene un poco de razón.

¿Ya lo eché a perder? ¿Mi hijo se volverá un tonto por mi culpa? ¿Por no haberlo motivado a hacer más cupcakes?

Mis días son una constante negociación sobre tiempos de pantalla. Si haces esto (tiempo sin pantalla), puedes hacer esto (pantalla). Y mis días son también una constante tarea de controlar que esos tiempos se cumplan. Es insufrible. No tengo paciencia para estar así. Y además siento que a largo plazo es insostenible. Con la edad lxs niñxs no disminuyen el tiempo de pantallas, lo aumentan. ¿Qué control podría tener yo de un adolescente de 14 años?

Pensar en eso me angustia. Me pone mal.

Y entonces termino negociando conmigo misma, dándome permiso: “En el fortnite se encuentra con sus amigos y se divierten”. Y es verdad. Lo escucho por las tardes riendo a carcajadas, gritando, ayudando a sus amigos.

O “que por lo menos use los aparatos para chatear con los amigos”. Y es verdad. Chatea con la abuela, sus hermanos, sus amigas y amigos.

Ayer mientras me sicoseaba con el articulo y como sucede cada vez que leo cosas similares ya estaba diseñando mi plan de trabajo. “A partir de mañana”. No saben cuántas veces he dicho eso.

Y lo conversé con mi hijo. Disecamos las 24 horas del día y le restamos lo que duerme, el cole, las comidas, “el play”, el baño, su hora de lectura (el único logro importante en mi vida y sobre el cual mi contribución fue cero) y quedamos en que iba a dedicar 3 horas del día sin aparatos. “Para no ser un burro”, añadí. Me da risa. No tengo idea cuántas horas sin aparatos tenía antes. De repente eran menos . No sé si es mucho o es poco. Dice él que es mucho. Pero aceptó. A ver si me dura aunque sea hasta el fin de semana.

Aunque el fin de semana es oooootra cosa.

*Ximena Sierralta - mamacita residente



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Cuando uno es mamá o papá aprende a reconocer que no puede sola/o y que necesita el apoyo de muchas personas. Por eso nace MAMACITAS. Para que compartas lo que hiciste para resolver los mil y un retos de la maternidad. Para que cuentes eso que nadie cuenta.


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