La Ciudad y los Niños
Mariana Alegre*
“Nos han corrido de toda la calle - dijo Pluto -.
Nos quitan la pelota. No nos dejan jugar”.
La Ciudad y Los Perros
Mario Vargas Llosa
El reciente post titulado Los bebés NO van al baño, que relata las dificultades para encontrar espacios –públicos y privados– adecuados para cambiarles el pañal a los bebés, se focalizó solo en una de las tantas limitaciones de la ciudad en contra de los bebés y los niños. Pero estamos tan acostumbrados a que así sea, que los pasamos por alto. Como bien dice el refrán: “se necesita a un pueblo entero para criar a un niño” y eso aplica no solo a las personas, sino al entorno en el que vivimos. Este es un recuento de situaciones que deberían mejorarse para tener una ciudad amigable con nuestros niños. Es hora de que todos empecemos a exigir estos cambios a nuestras autoridades:
Prohibido pisar el césped. Prohibido jugar con pelota. Prohibido ser feliz. Si hay algo que detesto son estos letreros de prohibido. Si lo que se quiere es que nadie pise el césped, que se use cemento. Los niños salen a la calle y a los parques a jugar, pues en sus casas no suelen tener el espacio para correr y divertirse. El jardín y los parques son los escenarios de las mejores aventuras infantiles, y la ciudad nos dice que está prohibido que pisemos el césped, o que nos trepemos a un árbol. ¡Por favor! Municipios como el de Surco tienen políticas absurdas en parques diseñados para niños, como el Parque de la Amistad, en el que los guardias se pasan tocando el pito y gritando a niños y adultos por pisar el jardín o poner los pies encima de las bancas. SERPAR, la entidad de la Municipalidad de Lima que administra los parques zonales y las áreas verdes de Lima Cercado, acaba de implementar una política de eliminación de estos letreros. ¡Felicitaciones! Si no lo saben, el espacio público es para disfrutarlo y no para reprimirnos. Esto no quiere decir que no respetemos y cuidemos los bienes públicos, una responsabilidad que debe caer, por supuesto, en los padres.
Caminos seguros. ¿Cuántos de sus hijos salen solos a la calle? ¿A qué edad empezaron a ir a la tienda a comprar o se fueron solos al colegio? La seguridad en la calle, evidentemente, no es la misma que hace 10 o 20 años. Por eso, en algunas ciudades se ha implementado un sistema de caminos seguros, que se organiza en los barrios para que los niños puedan llegar caminando a sus colegios sin sobresaltos. Esto implica, claro, una buena organización entre el municipio, los negocios locales, las escuelas y los padres de familia. ¿Podremos exigir algo así en nuestros barrios? Por lo pronto, a la hora de salida del nido de mi hija, un serenazgo ayuda a controlar el flujo de vehículos para que los padres puedan cruzar las calles con seguridad. En otras calles se puede empezar con poner un poco de iluminación.
Teléfonos públicos. Siempre me he preguntado cómo hace un niño para llamar por teléfono desde la calle. Es simple: no puede hacerlo porque no alcanza al auricular ni a los números para marcar. Sí, ahora con los celulares y las cabinas seguro son menos las personas que usan el teléfono público; pero igual, esta es una muestra de cómo la ciudad simplemente no ha tenido interés en el público infantil (ni en las personas que usan sillas de ruedas).
Continuidad de veredas para coches. El primer día que salí en coche con mi hija recién nacida fue terrible. Ella tenía 13 días y nos fuimos caminando al doctor para su primer control. El ruido era terrible, los camiones que pasaban a nuestro lado a toda velocidad me aterraban, pero además el hecho de tener que detenerme a cargar el coche pues no habían rampas a lo largo de las veredas me demostró lo poco preparada que está nuestra ciudad para los niños y sus madres y padres. Un problema serio son las construcciones que ocupan la vereda se agrava cuando quien tiene que caminar por la pista, poniendo en riesgo su vida, es una persona con un coche de bebé o un niño pequeño. Ni las constructoras se esfuerzan, ni las municipalidades fiscalizan que se ofrezca un espacio alternativo y seguro para los que caminan.
Baños, cambiadores, lactarios: No solo no hay cambiadores para pañales sino tampoco existen baños diseñados a la altura de los niños pequeños. El post anterior mencionaba la existencia, en otros países, de baños para familias donde tanto padre o madre podrían ingresar a cambiar al bebé, acompañar al niño al baño, preparar los alimentos del niños e incluso un espacio privado donde dar de lactar en un cómodo sillón. Estos espacios están ubicados en aeropuertos, centros comerciales y calles especialmente concurridas y la mayoría son gratuitos. Además, se puede encontrar baños amplios donde un adulto pueda entrar con todo y coche de bebé para evitar tener que dejar el coche (y al bebé) solos o cuidados por un extraño mientras va al baño.
Guarderías. Este tema se merece un post propio que prometo escribir después. Ahora solo les dejo estas preguntas: ¿existe suficiente oferta de guarderías? ¿Por qué la oferta tiene que ser privada y no pueden existir alternativas públicas? ¿Qué pasa con aquellos que no califican para el programa Cuna+ ni Wawawasi? ¿Hay opciones además de nanas y de abuelos para el cuidado de sus hijos mientras los padres trabajan en horarios de oficina poco flexibles? ¿Por qué ni las empresas ni las universidades ofrecen guarderías para los hijos de sus empleados y estudiantes?
Transporte público. Salvo el Metropolitano y el Metro de Lima ningún transporte masivo de nuestra ciudad tiene facilidades para personas que viajan con coches de bebe. Esto genera dos situaciones: quienes tienen plata toman un taxi; quienes no, tienen que dejar el coche en casa y cargar al bebé al llegar al destino. La reforma del transporte que se está llevando a cabo debe considerar seriamente la inclusión de facilidades para coches de bebés en las nuevas unidades que ingresarán a prestar servicio público.
Restaurantes, librerías, cafeterías, espacios de entretenimiento. ¿Cuántos de los lugares a los que antes de tener hijos frecuentabas es amigable con los niños? ¿Has tenido que dejar de ir a tu cafetería favorita porque no entra el coche de tu bebé? ¿Los restaurantes te ofrecen alguna alternativa para que los niños jueguen o se entretengan? No estoy diciendo que todos los sitios deban tener espacios para niños (en realidad, bien visto es un negocio redondo). Obviamente una discoteca está exonerada. Pero un restaurante bien podría comprar unas crayolas y unas hojas para pintar, o tener unos libros a disposición de ellos para que se entretengan. Véanlo así: los padres no la pasarán correteando a los niños, comerán felices y volverán. Además, el resto de clientes no tendrá que soportar los reclamos de un bebé aburrido. Esto mismo aplica a espacios de tránsito como aeropuertos y terminales: aliviemos el estrés de los viajes a los padres y al resto de pasajeros ofreciendo un poco de entretenimiento a los más chicos.
Tú, el ciudadano. No te pases pues. Si manejas, respeta las veredas, las rampas y los cruceros peatonales. Hace poco, en el colmo de los colmos, una señora nos gritó, a mí y a mi hija –mientras cruzábamos por una cebra-: “Tienes que mirar que no vengan carros, cojuda”: aunque mucho no lo sepan, en esta Lima dominada por los carros, por ley, es ella la que tiene que mirar que no vengan peatones (¡la cojuda era ella!).
Vivir en ciudad implica vivir en comunidad y respetarnos mutuamente. Los bebés y niños son parte importantísima de esta comunidad. A mí me sorprende, ahora que tengo una hija, que muchos adultos no saludan a los bebés y a los niños. Seguramente yo tampoco los saludaba antes de ser mamá, pero ese es un síntoma de cómo nuestra sociedad no los considera sino como ciudadanos de tercera categoría.
Para terminar los dejo con una frase de Francesco Tonucci, un importante pensador italiano y autor de La Ciudad y los Niños:
“El niño se considera un indicador ambiental sensible: si en una ciudad se ven niños que juegan y pasean solos, significa que la ciudad está sana; si no es así, es que la ciudad está enferma”.
* Mamacita residente